También en el logo institucional de nuestro municipio podemos ver ese mismo fenómeno. Ahí se autoproclama a San Pedro de Atacama como la capital Arqueológica, Turística y Astronómica de Chile.
Y claro, aquí hay mucha arqueología. Tenemos el famoso museo del padre LePaige. Y tendremos un museo aun más grande, más monumental, más lejano a nuestra cultura. Tenemos sitios arqueológicos por todos lados. Por supuesto, debemos ser realistas. Cuando pasa, por ejemplo, el rally Dakar por aquí y deja la escoba con los preciados terrenos arqueológicos, nadie se recuerda de lo valioso que son los vestigios de nuestro pasado. Pero sopesamos también lo que ganamos con esa competencia. Los pasajeros que llegan, los dineros que alimentan nuestra economía. Y miramos para otro lado.
También tenemos mucho turismo. Sin planificación, sin cuidado, sin normas ni reglamentaciones eficaces. Y nos comemos la gallina de los huevos de oro. Es más, cuando debemos defender cuestiones fundamentales, como una declaración de Zona de Interés Turístico, miramos para otro lado.
Y astronomía. Hay mucha astronomía. De vez en cuando, nos sorprenden las noticias que desde el ya famoso observatorio ALMA se descubre una estrella fantástica, unas galaxias que colisionan… ¿Pero y el costo? Tanta astronomía a costa de la dignidad de las comunidades indígenas, algunas de las cuales han aceptado que el gobierno usurpe 36 mil hectáreas para entregarlas a la ciencia. Decimos usurpación porque ocurre que estamos hablando de terrenos largamente pedidos por esas comunidades indígenas. Y miramos para otro lado.
A este paso vamos a ser la capital de la tortícolis de Chile.
No basta con declaraciones y pomposidades de diseño. Si realmente queremos ser la capital de esas tres cosas, estamos más que atrasados, más que perdidos.
O quizás debamos ser la capital de la ecología, de la sustentabilidad. La capital de la vida a escala humana. La capital del respeto a las culturas ancestrales. Y quizás nunca debimos dejar de mirar el cielo con los puros ojos y sin tanto instrumento.
Porque a este paso, San Pedro será la capital de la arqueología, del turismo y de la astronomía… pero nosotros no estaremos aquí para disfrutarlo.