UN SALUDO A LA BANDERA

Envie este Recorte Versión de impresión de esta Opinión Publicado el 01 de diciembre de 2014 Visto 670 veces
El que suscribe estas líneas ha justificado buena parte de su existencia como escritor, chileno, nacido en la ciudad patrimonial de Valparaíso en 1954, con un par de poemarios publicados que dan cuenta de su oficio y vigencia –incluido en varias antologías y muestras nacionales e internacionales, con un status consolidado por una trayectoria en la que no ha estado ausente la afición al columnismo cultural. Unos artículos publicados en la revista “Cauce” (QEPD), durante la dictadura; y una copiosa colaboración para el suplemento “La Valija Cultural” de El Mercurio de Valparaíso –el diario más antiguo en lengua castellana (1827) entre 1992 y 1997, bajo la dirección del periodista Eugenio Rodríguez, avalan este prurito comunicacional. Estas señas son más que suficientes, creo yo, para trazar una semblanza del autor de estas líneas que, además, vive, trabaja e, incluso, vota actualmente en San Pedro de Atacama, para acceder de primera mano a las vicisitudes históricas y culturales del pueblo lickanantay, y a su pintoresco folclore político. Por cierto, en eso ya han transcurrido años de indagación personal. A continuación comparece la primera persona en propiedad.

La primera vez que tuve noticia de la existencia de El Chululo fue en el invierno del 2010, que lo pasé en el puerto natal, y fue por intermedio de la comunicación electrónica con un viejo amigo, don Carlos Aguilar Cruz, mi primer amigo atacameño, de quien no necesito adjuntar más antecedentes. No en estas líneas, al menos. Pero así fue cómo me hallé un día rastreando la dirección virtual de El Chululo, y encontré algo más que un medio informativo: salta a la vista su condición de independiente, algo que en el periodismo nacional es prácticamente inusual. Y eso se agradece a priori, en el umbral del diálogo. Se lee una ética y una estética donde lo honesto es sinónimo de lo insobornable que, a su vez, es sinónimo de actitud ciudadana, todo lo cual comparto y admiro plenamente. Además, su evidente ironía es, sin duda, una voz muy arraigada en nuestros hábitos mentales. Alguna vez el poeta nicaragüense Ernesto Cardenal dijo que la ironía era expresión detristeza, y que ese es un sentimiento que caracteriza al ser latinoamericano. A mayor redundancia, la ironía es como un chiste, parece chiste, pero no es chiste. También podemos caracterizarla como un registro del habla popular, para ser académicamente correctos. Como sea, su estilo me despierta simpatías. El Chululo: emerge, se aparece, hace como que mira pero en verdad es ciego: apenas percibe su alrededor, pero conoce perfectamente sus dominios donde, por cierto, se siente muy cómodo. Por naturaleza, es muy intuitivo. Lleva años dando señas de vida por intervalos cíclicos. A la larga se ha vuelto historia local, uno de esos patrimonios que pasan inadvertidos en los circuitos turísticos en uso.

Puedo sostener, sin temor a equivocarme, que 1957 es un año clave en el proceso de chilenización de San Pedro de Atacama. Entre otras  cosas, surge un Club de los Chululos, un club de naturaleza más bien social que reúne a los caballeros de la época, entre los que destaca don Enrique Ramos, Delegado Municipal, quien funda la publicación periódica El Chululo de San Pedro de Atacama. Algunos ejemplares permanecen como piezas de museo, hablando de la vida de otros tiempos en este lugar a la manera de los testimonios de la memoria, con sus contenidos y retórica distintivos. El inevitable “reflejo” de la realidad del espacio/tiempo que caracteriza al cuarto poder cuando es honesto y transparente, y donde nadie es dueño de la “verdad”. Han transcurrido 57 años y ha pasado de todo. La trama es más compleja: nuevos personajes actúan en el escenario público del poder, aunque siempre dispuestos a sacar cuentas alegres a la hora de las evaluaciones, lo cual es nada nuevo. Y permanece esa mirada escéptica y burlona que de pronto se nubla de tristeza a la hora de develar una historia más bien sórdida y devastadora.

Hoy la tecnología permite que El Chululo reaparezca en la forma de diario digital, “aggiornado”, como se dice en la jerga, bajo la dirección de Gerardo Ramos, heredero del legado. Un emblema de independencia en las comunicaciones que saludo honrado, dispuesto a servir como colaborador aunque me reservo, por supuesto, el derecho a disentir, lo que tiene nada de original, ni de soberbia irracional sino algo de sentido común, el menos común de los sentidos. Cuando el periodismo nacional parece haberse erosionado hasta el punto de desertificar el noble oficio para reducirlo a opiniones que ni siquiera disimulan los intereses de los dueños de los medios o, lo que es peor, rebajarlo a un farandulismo derechamente indecente, El Chululo viene a ser un oasis hecho a pulso contra viento y marea.  

Alejandro Pérez
Escritor, chileno, nacido en la ciudad patrimonial de Valparaíso en 1954, con un par de poemarios publicados que dan cuenta de su oficio y vigencia. Incluido en varias antologías y muestras nacionales e internacionales, con un status consolidado por una trayectoria en la que no ha estado ausente la afición al columnismo cultural
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