Sufrimos la infausta fortuna de ser gobernados por un tahúr, un bribón arriesgado y marrullero, un apostador que ha construido su caudal con especulación y ventajismo, arriesgando lo mínimo, porque como buen fullero, sus cartas siempre han estado marcadas y ha tenido amigotes de distintos pelajes que lo han apoyado en sus estafas, desde la más pequeña a la más grande…
No sabe hacer otra cosa. Jugar a ganador, a doble o nada. Ejecutando cuanta trampa sea posible.
Lo que está haciendo hoy Piñera, secundado por su sicario Mañalich, y muchos otros desgraciados, es apostar a que van a salir de esta pandemia con pocos muertos, muchos negocios y grandes ganancias políticas. Piñera va a ser el victorioso líder que doblegó a la pandemia. El paladín que condujo a Chile a través de la pavorosa prueba. Así que en la práctica, no se ha tomado demasiado en serio esta pandemia. Es decir, lo menos posible en la salud, lo más posible en los negociados.
Si les va bien, podrán jactarse de lo bien que lo hicieron y lo poco que les costó, comparado con otros países. Podrán vanagloriarse de cómo su manejo de la crisis fue ejemplar, superando las incomprensiones y sorteando heroicamente esta oscura hora de la humanidad a riesgo incluso de su propia vida. Y ellos y sus amigos van a hacer un montón de negocios.
Si les va mal, ya deben estar preparando cabezas de turcos y gente a quien culpar. Recordemos que tienen profusos medios de comunicación en la manga y por lo demás cuentan con la ignorancia promedio de la población general. Después de todo, ellos y sus amigos forman parte de la élite que sistemáticamente ha construido esa ignorancia. Y si se enfrentan a la catástrofe, a muchos muertos y oleadas de enfermos, harán un llamado aun más férreo a la unidad y vociferarán que todos los errores los habrán cometido otros, por maldad y política. Y ellos y sus amigos van a hacer un montón de negocios.
Lo chocante es que hoy día estemos deseando que les vaya bien en su maldita apuesta, porque eso significará que tendremos pocos muertos que lamentar. Nadie quiere que la gente muera. Bueno, nadie que tenga un mínimo de decencia.
Es desesperadamente paradójico que prefiramos que le vaya bien aunque signifique verlos acumular más ganancias y tener hasta que rendirles homenaje a personas tan siniestras como el señor presidente y su acólito.
Porque esto se va disolver luego. Cuentan con la maña de Mañalich, que ya ha mentido sobre cifras de salud escandalosas. ¿Que son unos cuantos muertos por Covid-19 comparados con los miles que se metió bajo la manga en su anterior gobierno? Las listas de espera falsificadas por este personaje siniestro, nadie las recuerda. Nadie quiere recordarlas. Nuestro miedo y nuestra negación son otros factores que están de parte de estos matreros.
Eso es lo que pasa cuando estamos gobernados por sociópatas codiciosos. O como nuestros abuelos dirían: “gente mala de adentro”