Mientras leo la Declaración Pública redactada por Ricardo Vilca, del 24 de junio del presente año, no dejo de recordar la reunión del 10 de noviembre del 2012, en que las Comunidades le dieron un rotundo no a la posible creación de una Junta de Vigilancia propuesta desde algunas instituciones del Estado, con la colaboración de personas locales que pretendían implantar embalses en San Pedro de Atacama, casi sin consultar y mucho menos tomar en cuenta la voluntad de los regantes.
En esa reunión, frente la euforia y ante el planteamiento: “el agua no se vende”, de su propia Asociación de Regantes, un tembloroso Ricardo Vilca pidió auxilio a los carabineros. Casi de inmediato llegó un auto-patrulla. No intervinieron, no era necesario.
Un par de días después, Ricardo Vilca, en una de sus primeras declaraciones públicas, recomienda la creación de embalses, eso significa la posibilidad de vender las aguas comunitarias y de esa forma él se olvida de la voluntad de los regantes y de su NO, aún así él es un orgulloso defensor de la democracia, uno de los concejales de la comuna, escogido por votación popular.
Hay una nueva Declaración Pública de Ricardo Vilca, el tema es el mismo: el agua.
Esta vez argumenta su derecho de vender una porción de agua de su propiedad, por cierto agua que adquirió gratis, cortesía del Estado. No entiendo porque dice que se lo ganó con su trabajo.
Pero por un lado es cierto lo que manifiesta, es un negocio lícito, tiene toda la razón, pero moralmente condenable.
El agua es un derecho, un derecho para la vida, por lo tanto un derecho humano no un derecho comercial o para enriquecerse.
Según su declaración es para “ganarse la vida y mantener a su familia”. Por 38 millones de pesos me parece más bien plusvalía, la cual debe estar contando para gastarlo en sus excentricidades, como ir al próximo Mundial de Fútbol.
A la vez argumenta que no le hizo daño a nadie. Claro, en este momento los daños no se ven, pero ya podemos calcularlos en la construcción y funcionamiento de un nuevo super hotel en Yaye, de la transnacional Hoteles Decameron, afectando a los Ayllús de Séquitor, Checar y por supuesto Yaye, comunidades donde se practica el riego tradicional y no la inversión hotelera.
Pero lo más detestable de su declaración es como se refiere al agua como una cosa, como un bien, como “su patrimonio”.
Los más viejos siempre nos han dicho “el Agua es la sangre de la Tierra”, es un ente vivo y que da vida, indivisible por su naturaleza, por lo tanto es de todos que la usan para darle vida a la Tierra. No se puede dividir en 0.6 litros por segundo.
El agua es más que un recurso, es parte incluso de nuestra identidad cultural. El agua no se vende, y menos a hoteles o a mineras que cada vez invaden nuestra Tierra. Lo que ha hecho Ricardo Vilca es vender vilmente parte de nuestro Territorio, eso va en contra de principios naturales de los Pueblos Originarios.
Si bien es tipo de transacciones son parte del sistema que en han debilitado nuestras creencias y fundamentos necesitamos revertir estos procesos.
Personas como Ricardo Vilca, no deben ser consideradas indígenas, no deben ser consideradas como Atacameñas. Si bien esa categoría, por lo menos oficialmente la da el Estado, también hay algo de reconocimiento por parte de las Comunidades, que deberíamos desconocer a Vilca, que aprovechándose de su condición de indígena, de agricultor, venden parte de nuestro Pueblo en nombre de un supuesto progreso oportunista, que solo llena sus bolsillos, los de sus cómplices y nosotros seguimos en riesgo de desaparecer sin agua y sin cultura.
A lo mejor Ricardo Vilca, piensa que hizo un gran negocio al vender, el agua, lo que todavía no entiende que perdió mucho, porque el agua es invaluable.