"Libro de Varias Ojas": abriendo un tesoro de cuatro siglos

PATRIMONIO. Son seis tomos que tienen por asiento a la zona de Chiu Chiu y que fueron iniciados en 1611. Allí se detallan bautismos, matrimonios y "belados", confirmaciones, entierros de hispanos, criollos e indígenas y un inventario de la parroquia San Francisco. Esta inestimable obra quedó a cargo de la UA.

Envie este Recorte Version de impresion de este Reportaje Publicado el 17 de junio de 2018 Visto 320 veces

Libro de Varias Ojas 1611- 1698. Libro de Varias Ojas repartidas que se recogieron siendo cura párroco de este beneficio de Atacama La Baja... don Bernardo López Sagües, el que no se pudo poner en orden por estar todo disperso y descuadernado y lo que se ha podido seguir es por los años...".

Así comienza el "Libro de varias Ojas" (hojas, sic), un valioso documento que data inicios de 1600 y que fue escrito por sucesivos párrocos de la localidad de San Francisco de Chiu Chiu, poco después que comenzara la conquista española al actual territorio chileno y que vendrá dar mayor luz respecto a lo que fue ese período de la historia, en lo relacionado con las costumbres de una sociedad completamente distinta a la actual.

En lo formal, el "Libro de Varias Ojas" es la última unidad documental que faltaba para incluir en el Fondo Documental "Monseñor Pablo Lizama Riquelme" del Archivo Histórico del Arzobispado de Antofagasta que desarrolla la Universidad de Antofagasta.

El documento no es solo un texto, en realidad son seis tomos, donde se registran nacimientos, entierros, matrimonios, breves descripciones e incluso una visita pastoral en carreta y lomo de mula del obispo de La Plata, (actual Sucre, Bolivia), a cuya jurisdicción eclesiástica pertenecían estos territorios, comprendiendo testimonios de 1611 a 1840.

La conquista

"En el año del señor de 1847, el 14 de setiembre murió en la comunión de nuestra.... Casados y belados en este pueblo de San Lucas de Cazpana... de 50 años, india, mujer de Francisco Cruz y se enterró con oficio cantado...".

Es necesario viajar muy atrás en el tiempo para entender qué era el territorio de lo que hoy conocemos como la Región de Antofagasta. Así podríamos tener una mejor aproximación a la riqueza patrimonial que tiene el escrito.

Una fecha clave es el 3 de julio de 1535, cuando Diego de Almagro salió del Cuzco, como adelantado a las tierras de Chile, las que, según los incas, contaban con enormes riquezas. En realidad, los incaicos buscaban la separación de las tropas ibéricas para levantarse en contra de Francisco Pizarro, captor y ejecutor del inca Atahualpa.

El resultado de esa expedición realizado por el Camino del Inca fue infausto. Almagro llegó por los actuales territorios de Bolivia y Argentina hasta cruzar a la altura del Valle de Copiapó, pero padeciendo hambre, muertes, revueltas, penurias y sin encontrar riqueza. El regreso no se hizo por Los Andes, sino por el desierto, hasta regresar al Cuzco. Su zarrapastroso estado hizo que le conocieran como los "rotos".

El segundo hito tiene por protagonista al autor de la frase: "Dejar fama y memoria de mí": El adelantado extremeño Pedro de Valdivia, quien salió desde el Cuzco en 1539, con un centenar de hispanos y otros cientos de indios yanaconas por el Desierto de Atacama hacia Atacama La Chica (o La Baja). Desde la sierra bajaron hasta el valle de Arequipa, siguiendo al sur por la zona cercana a la costa. Pasando por Moquegua y luego Tacna, acamparon en la quebrada de Tarapacá. Hicieron campamentos en Pica, Guatacondo y Quillagua para llegar a Chiu Chiu.

Allí Valdivia se enteró que su camarada de Italia Francisco de Aguirre se encontraba en Atacama La Grande (o La Alta, San Pedro de Atacama) y salió con algunos jinetes a su encuentro.

La zona, en la práctica iniciaba la conquista en medio de un indeterminado número de atacameños.

¿Por qué Chiu Chiu? Ese territorio estaba conectado al Camino del Inca, era un oasis poblado y con suficiente alimento para sostener una población mayor.

Así se da cuenta de que la presencia española ya estuviera iniciada en esta zona del país y se entiende, por ejemplo, el origen de la Iglesia de San Francisco. Esta es la más antigua del país, datándose su construcción hacia 1611, según las indagaciones del Consejo de Monumentos Nacionales.

En la práctica Chiu Chiu fue una especie de avanzada hacia el sur del actual Chile y un punto desde el que se conectaba hacia Calama, Ayquina, Caspana, Toconce, Conchi, San Pedro de Atacama, Toconao, Lasana y posteriormente Cobija entre otros.

Es una obviedad que no existían caminos, ni rutas, ni mapas, tampoco ciudades; nada en rigor. Todo era un descubrimiento.

EL LIBRO

"En la Iglesia de Santa María Magdalena de Cobija a 7 días del mes de enero de 1728, yo el presbítero José Astorga de la Orden de los Predicadores, de licencia... Según votos de nuestra Santa Madre Iglesia, casé a Pedro Vélez, viudo de Juana, con Catalina Maturana, hija legítima de Bartolomé Maturana y de Juana Solana, natural de Cobija. Fueron padrinos, José Aracena y Lucía Mondaca...".

El párroco con asiento en Chiu Chiu Bernardo López Sagües, párroco del beneficio de Atacama La Baja, es quien parte el trabajo del "Libro de Varias Ojas".

Todo indica que su labor comenzó en 1611; pero es probable que el primer cuaderno sea anterior, es decir, unos 70 años después de la expedición de Valdivia.

López no era jesuita, estos llegan recién en 1879 como capellanes castrenses de las tropas chilenas de la Guerra del Pacífico y fue iniciando su tarea evangelizadora en todo el altiplano, lo que repitieron los párrocos que le sucedieron y aquellos que se fueron instalando en los poblados cercanos del interior. Así, el libro recién se habría encuadernado en 1733.

Los seis libros están cubiertos por un cuero de becerro y el interior, las hojas son de papel, lo más probable es que haya sido traído desde Sucre, lo mismo que las tintas (se escribía con pluma).

Este debe ser el libro más antiguo y más valioso que existe desde la Región de Arica y Parinacota, hasta Santiago- La Serena. Tal vez podría encontrarse algo similar en el archivo del Arzobispado de Santiago.

¿Pero qué contiene el "Libro de Varias Ojas?

Cuestiones sacramentales y otras más profanas: Partidas de nacimientos, muertes, matrimonios, pequeñas descripciones de lugares. Debe recordarse que es hasta el 17 de julio de 1885, cuando entra en rigor la Ley del Registro Civil. Hasta esa fecha la Iglesia Católica fue la gran institución archivera, con valor legal, de muchas de las relaciones y datos que se registraban en el país.

Junto al Ejército y el naciente sector público, eran las instituciones más grandes y con mayor poder en el territorio.

Así se encuentran, por ejemplo, el Libro de Entierros, relata la forma en que esos eran desarrollados y de qué murió la persona, por lo que se pueden inferir las causas de mortalidad de la zona del Alto y Bajo Loa entre los siglos XVII y XVIII.

Hay otro libro que relata enfocado en entierros indígenas, mal llamado "Libro de Castas". Ejemplo: "Hoy bauticé a Juan Pérez, natural de Chiu Chiu, indio".

En el libro 5, sólo se registraban los entierros de los no indios nativos de Chiu Chiu.En definitiva, es un libro civil- religioso.

EL EQUIPO A CARGO DE LA INVESTIGACIÓN

"En el año del Señor de 1702 el día 26 de Agosto en la Iglesia de Calama Prov. De Atacama la Baja yo el presbítero cura y vicario de la provincia bauticé sub conditione, y puse óleo y crisma a Juan Fernando de tres meses, hijo legítimo de Diego Condori, natural del pueblo de Lasana…".

El equipo encargado de la custodia y análisis del valioso documento pertenece a la Universidad de Antofagasta y está compuesto por el Dr. Agustín Llagostera Martínez, arqueólogo, Dr. en Antropología, coordinador de la Unidad de Conservación y Exhibición Museográfica y Patrimonial; Julio Cruz Barahona, arqueólogo, encargado de Colecciones de la Universidad de Antofagasta y Carlos Araya Guerrero, profesor de Historia, Geografía y Ciencias Sociales, encargado del Fondo Documental "Monseñor Pablo Lizama Riquelme" del Archivo Histórico del Arzobispado de Antofagasta y responsable de realizar el proceso de registro de las unidades documentales.

Son ellos quienes comenzaron a escudriñar el libro y estiman que López Sagües, ocupaba el Sistema de Misiones Circulares, similar a la que ocupaban los misioneros jesuitas en la evangelización de Archipiélago de Chiloé; él partía de Chiu Chiu y se movía por Caspana, Lasana, San Pedro de Atacama, Toconao, entre otros, registraba los sacramentos, en hojas, obviamente sin jamás pensar que esto se transformaría, con el paso del tiempo, en un archivo histórico de interés nacional e internacional.

"Simplemente los amarraba y los cosía, y se desarrollaba como un archivo administrativo, pero no histórico", explicó Carlos Araya Guerrero. El análisis debe ser metódico y fino. La recuperación será lenta, considerando el daño que tienen los ejemplares (ver entrevista), pero el futuro es más que auspicioso.

Por ejemplo, antes de tener el documento se iniciaron las labores tendientes a postular el Libro de Varias Ojas al Programa Memoria del Mundo de la Unesco. Este reconoce que hay ciertas unidades documentales que son necesarias de conservar por el bien de la humanidad.

El año pasado Julio Cruz y Agustín Llagostera avanzaron en ese anhelo y las posibilidades de que la declaratoria se consiga son altas; esto implicaría que el "Libro de Varias Ojas" compartiría sitio con obras como la Colección de Mapas de Irán de la época Qajar, el Códice Techaloyan de Cuajimalpa y el Diario de Ana Frank, a nivel mundial. En Chile integrará el selecto grupo junto al Archivo de Derechos Humanos, el Fondo Jesuita y la Lira Popular.

"Pensábamos que el texto estaba perdido"

La sola transcripción demorará meses o años, lo mismo que el hacer cruces de datos, advierte Carlos Araya Guerrero, absolutamente emocionado junto al texto. Hace años trabajó en el Arzobispado de Antofagasta y allí conoció este tesoro que se preparan a estudiar.

¿En qué momento llega este libro a Antofagasta?

-Como equipo de trabajo creemos que el libro llegó el año 1967. Entre ese año y 1974, don José María Casassas, un destacado investigador, trabajó con el libro acá; estaba de obispo monseñor Francisco de Borja y el libro quedó acá, hasta ahora. Permaneció por 51 años en la bóveda del Archivo Central del Arzobispado de Antofagasta; de hecho fue siempre de interés de monseñor Pablo Lizama Riquelme resguardar todo el archivo, pero en especial este libro.

Los primeros acercamientos entre la UA y el Arzobispado ocurrieron en 2016, pero monseñor Lizama quería estar seguro que el documento estuviera resguardado del paso del tiempo y eso ofreció la UA, que finalmente lo tuvo el 29 de mayo reciente, cuando monseñor Ignacio Ducasse Medina nos entregó el documento en custodia.

¿Qué se debe hacer?

-Registrar los libros (descripción archivística por unidad documental). La directora del Archivo Nacional, Ema de Ramón ya nos ofreció restaurar el libro, lo que sólo puede hacerse en esta oficina, ni siquiera será llevado a Coloso, porque es un compromiso con monseñor Lizama y monseñor Ducasse. Por eso estamos pensando en capacitarnos en Santiago o que personal del Archivo Nacional nos capacite en Antofagasta.

También hemos tenido conversaciones con la doctora peruana María Eugenia Huayanca Cajigao, conservadora del Fondo Bibliográfico de Estudios Históricos y Arqueológicos del Museo Nacional de Arqueología, Antropología e Historia del Perú y experta en restauración de papel colonial a nivel latinoamericano, trabaja en el Museo Pueblo Libre de Lima, Perú. Ella es la mejor experta en la restauración del libro. La doctora Huayanca se ofreció a venir a este laboratorio para trabajar con este libro. Ella ya nos dijo que este libro sería muy similar al Libro Becerro que se guarda en la Catedral de Lima, también conocido como Libro de los Conquistadores, que describe todas las andanzas de Francisco Pizarro y la conquista del Perú.

¿Cómo se trabajará?

-El documento debe fotografiarse, para lo cual se traerán todos los implementos que el plantel tiene en Coloso. Además de fotografiarse se transcribirá.

¿Qué tan desconocido era el libro?

-Sabíamos de su existencia por los registros de don José María Cassasas, que lo puso en valor; yo lo conocí hace cuatro años, cuando comencé a trabajar como encargado del Archivo Histórico del Arzobispado. Ahí lo vi. Durante mucho tiempo pensamos que estaba perdido, o que estaba en Calama u otro lado y pensábamos que era uno, no seis.

¿Cómo evalúa el estado material de los libros?

-Es malo, aunque depende de los tomos. El primer tomo está deteriorado, porque estuvo sometido a la humedad, el agua, no se controló la luz, la temperatura y el libro se fue dañando. Además, hay páginas que se perdieron, por eso el trabajo que se puede hacer lo evaluaremos con la experta peruana. Claro que lo que se perdió, no hay nada que hacer. Pero el tomo 5, que retrata los entierros de indígenas, está notoriamente mejor conservado.

"Estamos muy agradecidos de monseñor Pablo Lizama, de monseñor Ignacio Ducasse y del rector Luis Alberto Loyola". Carlos Araya



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