EL PROCESO DE VACUNACIÓN PARA ENFRENTAR EL COVID-19 SE HA EXTENDIDO A LOS PUEBLOS DEL INTERIOR.
La presidenta de la Comunidad Atacameña de Peine, Amanda Barrera, regresó por fin a su casa el martes por la tarde. Ya en su pueblo, ubicado a 107 kilómetros de San Pedro de Atacama, dejaba atrás los difíciles cinco días en los que estuvo internada en el hospital Carlos Cisternas de Calama, afectada por el covid-19.
"Es diferente a estar en la ciudad, acá uno se siente ya en su casa, con su gente. No puedo negar que en el hospital yo recibí una muy buena atención, preocupación. Por mi calidad de indígena y como cualquier persona, agradecida del hospital de Calama", cuenta al teléfono con "La Estrella".
En su caso, la sintomatología partió con unas molestias que pensó que podía ser el colon. Tres días pasaron, y pese a que nunca tuvo fiebre, ni perdió el olfato ni el gusto, el cuadro pasó rápidamente a una neumonía. De ahí comenzó el paso a la posta de Peine, después al Cesfam de San Pedro de Atacama y finalmente, al Carlos Cisternas en ambulancia. Mientras estaba internada, tuvo asistencia kinesiológica tres veces al día. La dirigenta indígena atribuye parte de su mejora a ese apoyo. "Eso logró que rápidamente me recuperara, me sacaran el oxígeno y me dieran el alta", dice.
En toda la región, las localidades donde viven comunidades de pueblos originarios han sido fuertemente golpeadas por el paso del coronavirus. El informe epidemiológico del Ministerio de Salud detallaba, hasta el 24 de enero, que de los 31.526 contagiados que se contabilizaban en la región, 1.162 pertenecían a un pueblo originario, el 3,7% (sobre el promedio nacional, que llegó al 3,4%).
En Peine, pueblo de unos 400 habitantes, contabilizaron dos fallecidos durante la primera ola. Según el reporte del Cesfam de San Pedro, al martes habían 15 casos activos. "Esta segunda vez fue a mayor población, pero no ha sido tan mortal", cuenta Barrera. "Hemos podido hacerle frente con la ayuda de Salud de la municipalidad, con el aporte de la comunidad, de la junta de vecinos y del pueblo. La gente colabora entre sus vecinos para aportar lo que necesita".
Quechuas
Thelma Ramos, presidenta de la Comunidad Quechua de Ollagüe dice que el primer brote fue el que más afectó a su comunidad. Todavía no se han podido reunir presencialmente con los cerca de 110 socios que participan activamente en la comunidad, así que una vez por mes se reúnen por zoom para organizarse.
"Un hospital queda a 200 kilómetros de nosotros (…) No contamos en Ollagüe con supermercado ni feria cerca. Hasta comprar nuestros víveres era complicado", cuenta. En una ocasión, dice, cuando salió a comprar alimentos y trató de regresar, funcionarios policiales no la dejaron ingresar a la comunidad y tuvo que poner un reclamo en la prefectura. "Todos tenían permiso para todo, menos las comunidades y los pobladores. Hasta que el prefecto de Calama ayudó", asegura. Al final, pudo volver al pueblo.
Ramos explica que se ha aprendido de la situación y han tenido pocos contagiados. "Estamos un poco mejor, pero las condiciones no han cambiado. Todavía no tenemos permiso virtual para la gente de las comunidades, no tenemos un médico, los camiones siguen pasando", lamenta.
Changos
Solo una persona del pueblo chango -una adulto mayor - se ha contagiado recientemente en la localidad costera de Paposo, cuenta Brenda Gutiérrez, una de las cinco personas que fueron las primeras reconocidas por el Estado como parte de la etnia.
En cifras de contagios, dice Gutiérrez, no ha sido mucho el impacto que ha hecho la pandemia, lo que atribuye a la forma de vida. "Paposo se ha cuidado bastante en ese sentido, donde vivimos en caleta no tenemos contacto con mucha gente. También pasa en las caletas de las otras regiones, han aparecido uno o dos contagiados".
Apoyo
Patricio Martínez, seremi de Desarrollo Social, señala que a través de la Conadi se ha trabajado con las comunidades, haciendo entrega de unas 600 cajas de alimentos. "A fines del año pasado, también activamos del orden de 2.400 cajas a través de los recursos que entrega el fondo para Atacama La Grande", plantea. "Hemos también buscado la forma de que postulen y logren acceder a los ingresos familiares de emergencia y eso lo verificamos inclusive en terreno", dice.
Martínez recordó que hay oficinas de la Conadi en apoyo a los pueblos originarios, tanto en Calama, San Pedro de Atacama y una en Antofagasta. "La Conadi incrementó su capacidad de atención y tuvo presencia quincenalmente a través de esta oficina en Antofagasta, Tocopilla, Taltal y Paposo", finalizó.