La cifra más que triplicó los US$ 57 millones pagados en la primera mitad de 2021. La compañía estadounidense opera, al igual que SQM, en el Salar de Atacama.
La minera estadounidense, Albemarle, una de las principales productoras de litio del mundo, generó importantes aportes a las arcas de Corfo durante la primera mitad del año, aunque mucho menos de su principal competidor, la chilena SQM.
Ambas compañías operan en el Salar de Atamaca y tienen contratos de arrendamiento de largo plazo con Corfo, por las que pagan tasas que dependen del precio.
Esta semana, SQM informó sus resultados financieros al primer semestre de 2022 y resaltó que en impuestos y derechos de arrendamiento del Salar de Atacama pagó US$ 2.198 millones. Solo por este último aspecto, SQM contabilizó pagos por US$ 1.422 millones a Corfo, una cifra récord.
Consultada por Pulso, la Corfo informó que Albemarle pagó “en el primer semestre cerca de US$ 200 millones con IVA incluido”. La cifra es casi dos veces y media más alta que los US$ 57 millones que canceló por el mismo ítem en la primera mitad de 2021, reportó el organismo estatal.
El salto se produce por las mismas razones que reportó SQM, el alza espectacular en el precio de mercado de la cotización del litio. En el caso de SQM, en el segundo trimestre vendió cada tonelada métrica de litio a US$ 54 mil, un 704% más alto que los US$ 6.800 que recibía en el segundo trimestre del año pasado.
Los contratos de Albemarle y de SQM fueron renegociados durante la gestión de Eduardo Bitrán al mando de Corfo, consiguiendo mejores condiciones para el Estado en un momento en que ya comenzaba a vislumbrarse el auge del litio. Hasta entonces, ambas empresas pagaban una cuota de 6,8% de las ventas. Tras la renegociación, la Corfo estableció tasas crecientes según el precio del litio. La tasa marginal más alta sobrepasa el 40% cuando el valor supera los US$ 10 mil.
A cambio, Corfo aumentó la cuota de producción de ambas empresas: Albemarle en 2016 y SQM en 2018. La estadounidense consiguió elevar su cuota en el Salar de Atacama hasta 82.000 toneladas anuales de carbonato de litio equivalente (LCE por sus siglas en inglés) por los próximos 27 años. La compañía comprometió inversiones de entre US$ 400 millones y US$ 600 millones.
El origen de su operación en Chile se inicia en 1981, cuando Corfo se asoció a la estadounidense Foote Mineral Company para formar la Sociedad Chilena de Litio (SCL) y así desarrollar la tecnología de producción de carbonato de litio a partir de salmuera en la Región de Antofagasta. En 2012, SCL, entonces 100% privada, pasa a llamarse Rockwood Lithium, hasta que tres años más tarde, fue adquirido por Albemarle Corporation, lo que marca la llegada formal de este conglomerado.
La compañía ha seguido desplegando su operación en Chile. En junio de este año, inauguró en Antofagasta su nueva planta de conversión química, denominada “La Negra III”. Con una inversión de US$500 millones, su tercera planta le permitirá duplicar su producción de litio y optimizar aún más el uso hídrico gracias a un evaporador térmico de US$100 millones que está diseñado para reducir hasta un 30% el consumo de agua fresca por tonelada métrica.
Pero su estadía en Chile no ha estado exenta de problemas.
En octubre de 2020 Corfo anunció que abriría un arbitraje contra la compañía estadounidense Albemarle por incumplimiento de la cláusula del contrato de explotación de litio del Salar de Atacama. En aquel entonces, Corfo explicaba que: “para esta CorporacioÃŒÂn, no resulta aceptable que Albemarle pretenda cambiar lo que fue negociado y acordado por las partes, justamente cuando estos mecanismos de caÃŒÂlculo no resultan convenientes a sus intereses”.
El contrato entre Albemarle y el Estado de Chile de 2016 estableció que Corfo recibiría por parte de la minera una comisión trimestral sobre las ventas de litio y sus demás productos mineros, pagaderas los meses de abril, julio, octubre y enero de cada año. Según Corfo, “a partir de 2020, Albemarle desconoció sus obligaciones y decidió, de manera arbitraria y unilateral, alterar el mecanismo de cálculo de la comisión establecida en el contrato y que había aplicado y cumplido sin problemas entre 2017 y 2019. Esto implicó que las comisiones pagadas por la minera a Corfo fueran sustancialmente menores a las convenidas en el contrato”.
Albemarle declinó efectuar comentarios sobre este artículo.