El pasado 15 de enero, desde las 18:30, se realizó la elección del nuevo directorio de la Asociación indígena Consejo Pueblos Atacameños (AiCPA). En esta, votaban dos representantes por cada Organización llamada comunidad indígena (Olci) que son parte de esta asociación.
En esta ocasión se eligió la siguiente directiva:
Héctor García, de la Olci de Larache, presidente, con 9 votos
Roxana Torres de la Olci de Guatin Vicepresidente, con 7 votos
Bernardo Armella de la Olci de Talabre, secretario, con 6 votos
Alexis Romero de la Olci de Solor y hasta ahora presidente de la AiCPA, Tesorero, con 3 votos
Pamela Ibarra, de la Olci de San Pedro de Atacama, consejera, con 2 votos
No salio elegida Rosa Mendoza, de la Olci de Sequitor-Checar que obtuvo solo un voto. Además, hubo un voto en blanco.
Votaron las 29 personas asistentes, de 36 posibles.
Se eligió una comisión fiscalizadora, compuesta por Pamela Condori, Luzvenia Catur y Rosa Mendoza. Curiosamente, las dos primeras eran parte de la directiva anterior.
Agregaremos que las Olci de Camar, Socaire y Toconao hicieron un frente común y no se postularon, a menos que les garantizaran que habría representantes de los tres en la directiva. Obviamente eso no resultó.
Es necesario advertir que los cargos de la directiva son pagados. Y muy bien.
A diferencia de elecciones anteriores, estuvimos recibiendo mucha información sobre estos (y otros) candidatos y sobre situaciones internas de la AiCPA. Suficiente información como para entender que la lucha por el poder dentro de la organización se está agudizando. No nos malinterpreten: agradecemos esa información y procuraremos usarla oportunamente y con sabiduría.
Esto confirma que la AiCPA, como otras organizaciones apellidadas indígenas, se han ido convirtiendo en organizaciones gremiales, en las cuales las luchas de poder y las transas corporativas e incluso políticas se superponen a otras consideraciones. Por ejemplo, a lo indígena.
Esta es una elección interna, con participantes acotados, con gente que se conoce entre si bastante bien, como para tener que estar ventilando yayas en público. Las correctas, positivas, tristes, ineptas o hasta ridículas acciones que hubieran tenido estos candidatos y otros que no fueron elegidos, son de sobra conocidas entre todos los que votan.
Si alguno de los candidatos, con todo el historial que pudiera lucir, o arrastrar, fue elegido por sus pares, no fue porque los votantes desconozcan las cualidades y el historial del aspirante.
Como hemos visto en casi todas las organizaciones de San Pedro de Atacama, sea que lleven o no el apodo de indígena, en general las dirigencias hacen y deshacen, para bien y para mal y no afrontan consecuencias ni responsabilidades.
Pero ¿Por qué esta elección nos debería importar a nosotros, indios sueltos que no pertenecemos a ninguna de estas organizaciones inventadas por el estado? O ¿Por que debiera importarnos a nosotros, no indígenas que vivimos en el territorio, quizás unos años, quizás por décadas o incluso por generaciones, sin que el estado de Chile haya aportado nunca mucho y ahora último, nada, excepto a través de estas organizaciones medio híbridas que llamamos indígenas, que además nos desprecian abiertamente llamándonos afuerinos? O ¿Por qué debiera importarnos a nosotros, que estamos inscritos en alguna de las organizaciones indígenas, pero sin ninguna capacidad de influir o ser considerados por esas orgánicas?
Porque lamentablemente, el estado justamente intermedia mucho de sus acciones, o su falta de acciones, a través de esta y otras organizaciones. No nos vamos a hacer los ingenuos, muchas veces el estado usa a las organizaciones indígenas como un pretexto para no hacer lo que realmente debiera hacer. Recordemos que no tenemos agua potable, pagamos una electricidad desregulada, el crecimiento de la comuna es más como un cáncer que como un desarrollo orgánico y ordenado, etc. etc. y ante los reclamos, ¿no surgen siempre temas como “consultas indígenas”, “este es un territorio ancestral” entre otros, pero no respuestas y soluciones reales?
Un buen ejemplo de lo anterior es la “consulta indígena” que recomienza este sábado 25, sobre la transa entre Codelco y SQM, en que se reparten los despojos del salar de Atacama. Una consulta que NO es vinculante. En otras palabras, un trámite en el cual la organización valida el show con su sola presencia.
Aunque no da lo mismo quien “represente” al mundo indígena, ya que según sea el caso, bailaran con mayor o menor gracia la música que les pongan, legitimando una depredación a cambio de un porcentaje ínfimo de los recursos que están en juego.
A nosotros, que escribimos este artículo, nos importa, más que por lo que es hoy la AiCPA, por lo que pudiera llegar a ser.
Porque existe la remota posibilidad que se convierta en una organización realmente representativa del mundo indígena, libre de manipulaciones gremiales y corporativas, abierta y contribuyente a un futuro en que sigan existiendo atacameños.
Para empezar, que se convierta en una real organización atacameña. Que vaya más allá de ese nombre, que por ahora es de fantasía.
Y que sea un nombre de fantasía, es la mayor paradoja de una organización indígena, con algunos de sus participantes más conspicuos que son indígenas a regañadientes, creada por un estado que no reconoce que este es un país indígena.
LA AiCPA
Para los que no conozcan bien de que se trata la AiCPA, es una asociación indígena formada a partir de la ley 19.253, llamada la ley indígena, creada durante el gobierno de Aylwin.
En esa ley, la etnia lickanantay fue agregada apuradamente, ya que la ley inicialmente no nos reconocía. Ese reconocimiento fue resistido incluso por algunos de los dirigentes que hoy todavía pululan por la organización. En esos tiempos, no muchos querían ser indios.
La ley indígena reconoce básicamente dos tipos de organizaciones: las asociaciones indígenas y las comunidades indígenas. La AiCPA es una muestra del primer tipo. El nombre de Consejo de Pueblos Atacameños es un nombre de fantasía, porque la ley indígena no reconoce ninguna organización que agrupe comunidades o que pretenda gobernanza sobre territorios indígenas amplios, como un real consejo de pueblos, por ejemplo.
La asociación está formada por 36 personas, que representan a las 18 Olci del Área de Desarrollo Indígena (ADI) Atacama la Grande, también conocida como comuna de San Pedro de Atacama. Dos personas por Olci. Uno de ellos es el presidente (a) y el otro un(a) delegada(o) elegido por la asamblea de la Olci.
Con la explotación del litio, y los convenios que generaron muchos e inesperados recursos económicos, esta organización que pudiera haberse extinguido sin pena ni gloria, se ha ido desarrollando en algunos aspectos y deteriorándose en otros. Por ejemplo, en su fundación, las Olci del Alto Loa también eran parte de la AiCPA. Se separaron en el 2011. Hoy se encara la posibilidad de que algunas o todas las Olci de la zona sur este del Salar de Atacama también se escindan en algún momento. Por la misma razón de la anterior división: El reparto del dinero.
La AiCPA es pues, una organización en crisis. Lo que puede ser bueno, para aquellos que nos consideramos indios. Las crisis son oportunidades de cambio.
Sería muy bueno que algún día la nación lickanantay, con la que algunos soñamos, llegue a ser una realidad y tenga una organización que de verdad atienda a las necesidades reales del territorio y no a ganancias personales, intereses económicos que depredan sin dejar algo a cambio o imposiciones del estado y las empresas mineras.