En este tema es obvio analizar el concepto causa-efecto. El efecto causado por un impacto negativo al medio ambiente, es producto de una causa origen producto de un contaminante que debe conocerse.
Los daños pueden relacionarse con:
1. La salud del hombre y la seguridad de la población: sabotaje, accidentes, exposiciones nocivas, etc.
2. Daños directos a los bienes y servicios: transformaciones del medio ambiente ligadas con otras opciones energéticas, reducción de la visibilidad, ruidos y olores desagradables.
3. Daños socio-políticos: centralización del poder político, pérdida de libertades cívicas, excesivos impuestos a la colectividad.
En relación a la cuantificación de los daños, es un tema de resolución bastante compleja, ya que depende de múltiples variables de difícil evaluación. A la probabilidad de que ocurra un hecho, hay que añadir el orden de magnitud de la catástrofe una vez acaecida o la posibilidad de reducir o prevenir dichos daños.
No existe tampoco una escala de valores que nos permita con un criterio único los costos de los daños ocasionados, sobre todo si son irreversibles o inciden en las generaciones futuras.
Para obtener resultados realistas es necesario, primero, analizar las diferentes etapas de que componen el ciclo a estudiar y compararlas entre sí, según sea la fuente de energía empleada, y posteriormente procurar establecer una escala de valores real y objetiva, que nos permita determinar de forma cualitativa y cuantitativa los daños causados en el medio ambiente, salud y la seguridad pública.
Reflexión
Este análisis es complejo por la diversidad de variables que conlleva. Por ejemplo, los accidentes mortales en la extracción del carbón o el petróleo, los efluentes emitidos por la actividad minera y centrales térmicas, en el aire y el agua, las explosiones acaecidas en el transporte de gases, los riesgos de fugas radiactivas en los reactores nucleares, las enfermedades provocadas por la contaminación atmosféricas, etc.