La Ley de la siembra y la cosecha

Envie este Recorte Versión de impresión de esta Opinión Publicado el 07 de agosto de 2023 Visto 1273 veces

Estamos en pleno invierno, época en que la tierra entra en un proceso especial de hibernación. Es el tiempo de preparar todo aquello que, en un siguiente período, el verano, esperamos cosechar.

Es la ley de la siembra y la cosecha. No podemos esperar cosechar, si antes no hemos trabajado en sembrar.

Hace unos días atrás, mi amada esposa, más conocida como la “tía Nury”, quien luego de 43 años de servicio en Educación Parvularia, 36 de los cuales consagró en esta Comuna que nos acogió por allá en 1987, finalmente dejó su trabajo para un merecido descanso.

Disfrutó al ser despedida por sus colegas y niños. Por los muchos saludos de quienes hoy ya son adultos, y aún le llaman “tía Nury”. De otros que agradecen que haya sido “la tía” de ellos, ¡y de sus hijos!.

Pero dentro de todos estos reconocimientos, ocurrió uno en especial que impactó nuestros corazones. Una familia que agradeció un acto, un gesto, en un momento muy especial para ellos, y que permitió a esa familia un rumbo muy distinto al que estaban enfrentando.

Muchas veces no dimensionamos el efecto que pueden causar nuestras actitudes, ya sea de enojo o alegría, amabilidad o indiferencia, empatía o ignorar a quien tenemos enfrente. Y esto no sólo en nuestros trato con quienes trabajamos, pues pasa exactamente lo mismo al interior de la familia. Hijos obedientes, o desafiantes, matrimonios que perduran, o relaciones que duran sólo un tiempo. En toda área de nuestras vidas, siempre hay inviernos y veranos. Épocas para sembrar, y períodos en que cosechamos lo que sembramos.

La idea popular es “mira los hijos que me tocaron”, o “mi relación ya no da para más, pues (él o ella) no cambian”. ¡Que mala suerte tengo!

Pero no nos detenemos a pensar en ¿qué hemos sembrado en realidad?. Las familias fuertes se construyen. Los hijos perfectos no existen, hay que dedicar tiempo para moldearlos, sin oprimirlos. Hay que sembrar para después cosechar.

La biblia nos enseña lo siguiente: “Pero esto digo: El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente también segará”.

¿Qué hemos estado sembrando? ¿Qué podemos sembrar? ¿Qué quiero sembrar? Cosecharemos lo que sembremos. Es una ley universal. No obtendré papas si planté semillas de cachiyuyo.

Pero hay algo más, de igual importancia, que debemos tener presente. Y quienes han probado sembrar algo ya lo saben. Si planto un diente de ajo obtendré una cabeza de ajo. Si planto una papa, obtendré quizás hasta un kilo de papas. Si planto un membrillar, y ello implica un tiempo más prolongado de trabajo y cuidados, pero…¡obtendré muchos membrillos para muchas temporadas!

A eso se le llama “La Ley de la multiplicación”. Planto uno y obtengo el mismo fruto, pero multiplicado. Y si lo que planto va a requerir de años de trabajo y cuidados, voy a poder cosechar en muchas temporadas buenos frutos. Es la diferencia entre cultivar algunas hortalizas, como las mencionadas, ajos y papas, o plantar y cuidar por un período bastante más largo un frutal, que correspondería a nuestras relaciones interpersonales. Tanto al interior de la familia, como en mi trabajo y amistades.

Dios estableció estas leyes, y son inalterables. Cosecharemos lo que sembramos. Ni más ni menos.

Una última palabra. No siempre tenemos la paciencia suficiente para trabajar, y trabajar, esperando algún día obtener frutos. Para ello un consejo y esperanza:

Salmo 126
5 Los que sembraron con lágrimas, con regocijo segarán.
6 Irá andando y llorando el que lleva la preciosa semilla; Mas volverá a venir con regocijo, trayendo sus gavillas.

¿Qué estás sembrando hoy tú?

Juan Carlos Pereira
Pastor Iglesia Nueva Belén. Asistente Social. Ex Director de Dideco y Administrador Municipal
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