Pastrañas y Manganillas

Os he advertido en innumerables ocasiones que la soberanía de Su Majestad sobre las colonias de ultramar ha sido vulnerada de diversas maneras, algunas muy graves y deleznables.

No escatimaré esfuerzos en recordaros que no sois más que leales súbditos de la corona y que os han subido los humos a la testa a un grado superlativo. No os habéis conformado con declararos independientes, de haber formado república y de ensoñar con esa quimera engañosa que llamáis democracia, un defectuoso remedo de la que inventaron los degenerados griegos en tiempos inmemoriales y que el paso de los siglos ha demostrado ser la más perniciosa roña. 

No.

Ahora osáis modificar la incomparable Carta Magna que el nunca bien ponderado Capitán General Augusto Pinochet tuvo  a bien en daros y que vosotros mismos ratificasteis en el más transparente de los plebiscitos que habéis tenido en vuestra incipiente historia. Albergo serias dudas de vuestra cordura.

Os refresco la memoria que estoy al tanto de todas vuestras descabelladasy absurdas improvisaciones en materias de política. Con profundo pesar he sido informado que el ínclito alcalde llamado, si no mal recuerdo, algo así como KariKatur, no fue reelegido y con su derrota se pierde la encomiable labor que emprendió contra cualquier asomo de aquello que llamáis cultura.

No escamoteo elogios en su empresa contra la subversiva biblioteca pública donde solíais celebrar conversatorios y otras actividades igualmente reprobables. Reconozco que el mentado edil fue muy eficaz en su lucha contra esas pretensiones culturales, a pesar de su condición de indio sin muchas luces.

También ha sido puesto en mi conocimiento la creación de una ridícula y sospechosa Fundación llamada CkunsaTtulva que tiene entre otras sandeces, el objetivo de reivindicar vuestra extinta cultura y de recuperar una jerigonza que llamáis lengua Ckunsa. Pastrañas o, como decís en las colonias, patrañas.

Estupideces que lindan con delirios enfermizos. No obstante, confío en que el Creador no permitirá que semejante empresa prospere y que está condenada al más rotundo y espectacular fracaso porque conociéndoos como os conozco, os trabaréis en las típicas disputas de mezquinas ansias de poder y de fraudulentos prestigios.

Al final, todo queda en nada.

Pero lo que sí me alarma sobremanera es que la citada Fundación está incoando intenciones de volver a tener esas odiosas reuniones que llamáis conversatorios. Nada hay más peligroso para la sana convivencia de los leales súbditos que introducir esas ideas de identidad y autonomía, embrujos que el marxismo no cesa de conjurar en las mentes de los ignaros.

Vulgares manganillas, como solíamos decir en la Real Villa Coronada ya a principios del siglo XIV. Tretas y ardides que solo el Maligno inspira.

Estáis advertidos.