Septiembre, mes de conmemoración y celebración de Fiestas Patrias. Nuevos aires nos invade; las familias se visten de fiesta, la temperatura se pone primaveral. Esto es septiembre.
Junto a esto, se remonta a tradiciones de antaño, como elevar volantines, juegos en saco…, tímidamente se observa el juego del trompo, que poco a poco tiende a olvidarse y, en general juegos recreativos según la zona del país. También el rodeo, de quien existen muchos detractores por el maltrato animal.
Dos actividades típicas de estos tiempos son: jugar al trompo y el rodeo, las cuales podemos emular entre ellas y el diario vivir, para reflexionar y sacar buenas lecciones de éstas.
El trompo, un juego cuya magia se materializa en su “baile”, dependiendo en lo principal de la pericia de quien lo ejecuta, cuestión que se logra con perseverancia y actitud de aprender…. Este madero constituido por una púa metálica, simplemente es maravilloso.
Para lograr la magia de hacerlo bailar, se logra con dos componentes: un buen enrollamiento con lienza o cordín y la aplicación de una fuerza necesaria para lanzarlo al piso. Un físico o matemático diría: “el baile del trompo es función del enrollamiento y de la fuerza aplicada por el usuario”. Es decir, depende de dos condiciones.
El rodeo, actividad colectiva y que involucra la presencia de otros animales. Requiere de la pericia de la collera y su capacidad para enfrentarse al novillo.
Hace años en una reunión doméstica, un amigo en relación a una cierta situación ambigua, exclamó: “…está más enredado que un rodeo de chancho…” causó risa por doquier...
Pues bien, haciendo un acercamiento de estas dos actividades a nuestra vida cotidiana, se podría definir una línea de acercamiento para hacer las cosas bien.
En nuestra vida cotidiana, en numerosas ocasiones no hacemos bien las cosas…No enrollamos bien nuestro trompo y no aplicamos la fuerza necesaria para ciertos objetivos.
En la comunicación, se da el caso que no somos claros en decir las cosas, nos vamos “por las ramas”, somos poco prácticos, sobre todo con nuestra gente del pueblo, del Ayllu. No somos simples en formular ideas, conceptos y tendemos a confundir y confundirnos...
Una de las causas, obedece a que hemos perdido ciertas cualidades, por los cambios que hemos sufrido en nuestra forma de vida. Nos hemos desviado de lo adecuado, no nos importan ciertos valores. O los tenemos relegados: la fraternidad, la voluntad, el respeto, el amor, la solidaridad.
Esto son los, ¡Valores¡. Este concepto, algunas personas lo llevan en forma separada de sus vidas, es más, algunos no sabe que significa. Preocupante.
Con argumento se asevera que, nuestros jóvenes muestran debilidades asombrosas, por ejemplo, ¡no saben que la multiplicación es una suma de números reales!.
“¡Plop!”, o “exijo una explicación” diría Condorito a quien muchos admiran, por la simpleza de su humor y otras cualidades descubiertas. Coincide con la enseñanza gran un maestro de universidad, don Ruperto Flores Hidalgo. Él enseñaba que en las cosas simples está la sabiduría, la esencia de de todo.
Lo inexplicable es fruto del desorden, del mal trabajo, de la corrupción, de la mala forma de vivir, de la injusticia, de la maldad, del poco profesionalismo.
Es lo que se ve hoy en nuestros niños, estudiantes, jóvenes y autoridades: un gran desorden y enredo similar a un supuesto rodeo de chanchos.
Hoy la tecnología ayuda mucho, nos comunicamos rápidamente con cualquier lugar del mundo en segundos. La vida gira en base a la tecnología, usándola para una mejor calidad de vida. Los niños tienen otros juegos, es otra realidad, por supuesto.
La tecnología entrega a los educandos el email, facebook, twiter, ipad, iPhone, etc. bien por ellos, pero la realidad muestra que carecen de bases sólidas. Es decir, se han saltado etapas.
Por supuesto que los tiempos cambian, por supuesto que la tecnología sirve. El cambio moderno es bueno. “Cambia, todo cambia”, dice la canción de Mercedes Soza…”. ¡Pero debe cambiar para bien!, no para mal.
Ante la consulta a un premio Nacional de Educación, de cómo ve la educación hoy, respondió: “…La educación es pésima, …y acompañada de una falta de motivación de los educandos…les podemos mostrar a Cervantes y su Quijote, a Einsten, pero a ellos le importa un comino…Los niños de cuarto básico no entienden lo que leen. Saben deletrear o silabear…”.
En nuestra iglesia se ha visto leer a niños con una desastrosa lectura. No saben lo que la lectura bíblica expresa. No debieran exponerlos o en su efecto prepararlos.
Reflexión…¿Porqué la crítica?. ¿Porqué la educación de antaño era mejor o se enseñó demasiado bien? o ¿somos más papista que el Papa?, diría alguien.
No amigos. Se está enseñando mal y esto nos está llevando a un gran abismo.
He aquí el problema. Hagan el simple ejercicio de conversar con nuestros jóvenes y pongan atención a su lenguaje, conocimiento de cultura, ciencias, matemáticas, otros. Comprueben lo aseverado…
Juan Corante Maizares
-Ingeniero en Minas.
-Experto en Prevención de Riesgos de la Minería Extractiva.
-Experto Profesional en Prevención de Riesgos Ocupacionales, sector productivo.
-Diplomado en Medio Ambiente.
Asesor en:
*Desarrollo de Gestión
*Prevención de Riesgos y Medio Ambiente