Habían trabajado juntos por el despertar de su Pueblo.
"Trabajar" le decían al crear conciencia para la resistencia, ante los ofrecimientos que llevarían a su gente a aceptar las migajas y vender la dignidad. Esa dignidad que no se vende porque es inherente a la sangre que reclama justicia. No puedes vender la sangre porque así como el agua, son sagradas. Pertenecen a la categoría de esos elementos vehiculares que llevan mensajes al cuerpo humano y al cuerpo de la Tierra.
Pero la necesidad de alimentar su ego y la vanidad, llevaron a Teodoro a claudicar, a vender el Lago Kapur y repartir el dinero a aquellas familias necesitadas, esto generó descontento en aquellos que se negaban a ser parte del sistema, que estaban dispuestos a seguir viviendo y alimentando sus familias utilizando el Trueque .
Cuánto empeño habían puesto en conseguir que su voz se escuchara en los otros pueblos y así reconocieran que no estaban desaparecidos, solo invisibles. Pero eso ya era parte del pasado. Ahora Teodoro estaba sentado en la Casa Grande como llamaban a la casa comunitaria, acusado de traicionar los principios e ideales de su pueblo.
Estanislao , como Juez comunitario y amigo de Teodoro, recordaba muchas veces lo que su corazón le habló y con la fuerza que solo emerge de lo más profundo de la Tierra, volvió a repetirle estas palabras: Lo que hiciste fue colocar la bomba del capitalismo en el corazón de nuestro Pueblo. Eso es lo que hiciste….
Sin embargo su compañero de luchas, ya había abrazado las luces que confundieron su caminar y se enredaron con la ambición del poder, que lo hizo creer que él era el llamado a transar su territorio y su lago que les pertenecía a todos por igual. Y de esa manera la justicia comunitaria habló.
Todos los presentes en la Casa Grande acordaron expulsar de su comunidad a quien había sido uno de los principales promotores y líder de su resistencia.