En Chile, Julio Ponce Lerou, el ex yerno de Augusto Pinochet, no tiene nada que envidiar a Thomas North, el rey del salitre del siglo XIX. Por medio de ambiguos acuerdos legales y financieros, el hombre, inicialmente director de la compañía pública Soquimich, se convirtió en el dueño de SQM durante su privatización, entre 1983 y 1988. Asociada con el grupo japonés Kowa, la compañía SQM hoy domina el mercado mundial de litio. Gracias a las nuevas concesiones obtenidas, la compañía está explotando el litio de Atacama en condiciones naturales inmejorables.
La extracción de minerales en un territorio no es en sí un problema, el conflicto surge en cómo se realiza el trabajo y en la consideración que se preste al medio ambiente, la naturaleza, los animales y los habitantes del sector. Las empresas mineras han demostrado que el impacto ambiental y la contaminación provocada, no es un asunto de relevancia para ellos, pues primero que todo están las millonarias ganancias que logren de la explotación de la tierra y de los minerales. Las empresas en busca del “oro blanco” se están embarcando en la explotación de litio a escala industrial.
El carbonato de litio aparte de ser muy útil en la industria electrónica, posee un activo ánodo para baterías primarias de alto potencial energético, mucho más alto que las baterías a base de zinc. Se utiliza también en la fabricación de cerámicas, vidrio, cementos, adhesivos y como un medicamento para estabilizar el ánimo en pacientes con enfermedad bipolar. El litio tiene una capacidad específica notablemente alta que, combinada con su baja densidad, permite la producción de baterías de alta energía y peso reducido.
La evaporación a 20 grados es baja, sin embargo, se puede alcanzar rápidamente una concentración peligrosa de partículas en el aire. Su manipulación, sobre todo el calentamiento genera reacciones que pueden causar explosión o incendio, la sustancia puede inflamarse espontáneamente en contacto con el aire y se forman humos tóxicos.
Las reacciones provocadas por oxidantes fuertes, ácidos y varios compuestos (hidrocarburos, halógenos, concreto, arena, asbesto) pueden presentar un riesgo de incendio.
No podemos, una vez más, situar las esperanzas en el desarrollo de Antofagasta deteriorando el medio ambiente, que es nuestra fuente de alimento y de agua potable. El aire es nuestra fuente de oxígeno. Preservar el medio ambiente es, por lo tanto, una cuestión de supervivencia.
“No podemos, una vez más, situar las esperanzas en el desarrollo deteriorando el medio ambiente”