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Esto genera dos condiciones básicas en las personas: Miedo y codicia
Miedo a perder el trabajo, o los beneficios, o incluso un vago temor ante la o las autoridades, temor que por lo demás es una clara herencia de nuestra historia reciente.
Es el temor que uno ve reflejado en las conversaciones con la gente, cuando al dar una opinión, por ejemplo, literalmente miran para todos lados, como si alguien pudiera escucharlos.
La codicia se refleja en la posibilidad de recibir un beneficio, no siempre legítimo. En conseguir un financiamiento para un proyecto que nunca se realiza. En obtener un segundo y hasta un tercer terreno, etc.
De las dos condiciones, la más difícil de superar, por que somos humanos, es la codicia.
El miedo, en algún momento se supera, cuando las condiciones son tales que ya no vale la pena seguir viviendo de esa forma y se traspasa una barrera sicológica.
La codicia es más insidiosa, disfrazada incluso a veces de “nuestro legítimo derecho a recibir”, justificada por el “Si no lo hago yo, otro lo hará”
Entre el miedo y la codicia, entonces, se desarrolla este sistema.
Un sistema clientelista que a mi no me gusta. Eso ya debe haber quedado claro a esta altura. No porque sea una especie de súper humano, por supuesto. Tengo mis convicciones, como todos ustedes, y tengo mi fe, que me sostiene frente a algunas situaciones. Pero sobre todo, ya no tengo la expectativa de recibir nada de este sistema, algo que, si bien malo para mi codicia, es también liberador. Aunque sea un poco.
Pero ¿a que viene esto?
A que me preparo sicológicamente para continuar dentro de un sistema clientelista.
Porque después de dos debates entre candidatos a Alcalde, no veo que el sistema vaya a cambiar (aunque “la esperanza es lo ultimo que se pierde”, dicen). Y no me gusta esa idea, porque no creo que un “diablo conocido sea mejor que un diablo por conocer”. Realmente, no quiero un diablo viejo o nuevo gobernando esta comuna. Un diablo es siempre un diablo, ¿o no?
Pero esta es sólo mi opinión y, más allá de eso, solo tengo un voto, igual que todos ustedes.