Amplían fosas en cementerio de San Pedro de Atacama por la pandemia

La dura situación que vive la ciudad de la Región de Antofagasta obliga a las autoridades del cementerio parroquial a anticiparse y preparar diez sitios nuevos.

Envie este Recorte Version de impresion de este Reportaje Publicado el 28 de junio de 2020 Visto 303 veces
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“Preparamos 10 fosas en el cementerio parroquial de San Pedro de Atacama. Quizás es fuerte lo que estamos haciendo, quizás es chocante, pero lamentablemente es la realidad. Necesitamos anticiparnos a esta situación, aunque ojalá no ocupáramos ninguna”.

Néstor Veneros, párroco de la iglesia de San Pedro de Atacama, siente que cada día la pandemia se convierte en un peligro mayor para su comuna, y como vocero de la Mesa Social Covid-19 del turístico pueblo emplazado en el desierto, cree que “llegó la hora de que la autoridad sanitaria decrete cuarentena en nuestro pueblo, más después de lo que hemos visto en Calama”.

El sacerdote cuenta a agencia Aton que “como parroquia, tenemos a cargo la administración del cementerio y acá el sistema es así: fallece una persona, su familia nos trae el certificado de defunción, le asignamos un lugar y ellos mismos se encargan de abrir la fosa; pero como debido a esta pandemia todo es más urgente, todo está más colapsado, decidimos anticiparnos, porque así, además, evitamos que la familia tenga que venir a cavar y a exponerse a contagios”.

Fundamentalmente, el cementerio acoge a las familias históricas de la comuna, “prácticamente todos del pueblo atacameño o descendientes”, dice el religioso.

“LA SITUACIÓN EN SAN PEDRO ES CRÍTICA”

El sacerdote Veneros no esconde su inquietud por la situación que vive San Pedro de Atacama, más aún cuando a solo 90 kilómetros, en Calama, la crisis sanitaria está escapándose de control.

“Acá la situación es crítica por varias razones: primero, el 90% de nuestra población vive del turismo, y están todos los negocios y hoteles cerrados, entonces no hay fuentes laborales. Mucha gente que venía a trabajar desde otros lados volvió a su casa, pero la gente de acá no tiene fuente laboral. Además, nuestro Cesfam es demasiado básico, por lo tanto, si bien los trabajadores de la salud de acá realizan una labor espectacular, si llegamos a tener un brote fuerte esto no va a dar abasto y Calama ya sabemos cómo está”, señala.

Sin embargo, Veneros da un tercer motivo de preocupación: “Los informes oficiales dicen que los casos de covid en nuestra comuna van en 80, pero el Cesfam ya ha atendido 100 casos. La autoridad dice que acá han muerto cuatro personas, pero son ocho, entonces, hay un desfase, que tiene que ver con temas administrativos, pero nos complica porque la autoridad toma decisiones en base a cifras”.

El cura párroco va más allá: “No hay una trazabilidad eficiente y si hay 100 casos, esto puede irse de las manos si no se decreta cuarentena. Por eso, como mesa social de San Pedro de Atacama hemos invitado a la gente a sumarse a una cuarentena voluntaria, que significa salir lo menos posible de la casa y extremar medidas de seguridad, aunque como mesa social hacemos un llamado público a la autoridad para que decrete cuarentena acá, la necesitamos de forma urgente”.

La vulnerabilidad es uno de los problemas que más preocupan a Veneros. “Acá en San Pedro tenemos varias tomas, mucha gente que arrendaba, al perder su empleo en este tiempo debió irse de esas casas a estas tomas, y ahí no hay agua ni luz. Como mesa social hemos hecho campaña de alimentos y como parroquia ofrecemos almuerzo diario a 70 personas”, cuenta.

“EN CALAMA TODOS LOS DÍAS SE MUERE UN CONOCIDO”

La situación de Calama, que ha tenido un importante aumento de casos, no pasa inadvertida para el sacerdote.

“A mi parecer -explica-, la autoridad sanitaria tomó decisiones muy tardías. Calama es un centro minero con una gran cantidad de población flotante y la autoridad no fue capaz de vislumbrar la gravedad de lo que podía ocurrir. Eso redundó en la cantidad de contagios y fallecimientos. Yo soy calameño de toda la vida y hago un llamado a quienes tienen responsabilidades públicas o privadas a privilegiar la vida de la gente. Ojalá las empresas mineras pudieran parar o funcionen en un contexto
de emergencia”.

Sobre las palabras del alcalde de Calama, Daniel Augusto, quien pidió al Gobierno que cierre el aeropuerto porque está convertido “en un matadero”, Veneros coincide.

“En Calama todos los días muere un conocido. A mí cada día, desde hace tres semanas, me informan del fallecimiento de alguien que uno conoce, es terrible… El aeropuerto, efectivamente, tiene muchísimo tráfico, debido a la minería, es el que tiene más tráfico después del de Santiago, y no es fácil mantener distancia social dentro de un avión. Por eso digo que se debiera pensar más en la gente, en la vida, que en lo económico”.



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