Aunque aún no es posible definir cuánto costará implementar el Qhapaq Ñan o Ruta del Inca en el tramo que corresponde a Chile, ya están asegurados los recursos para financiar cien iniciativas que podrán en valor el circuito, inscrito por la Unesco como Patrimonio Mundial de la Humanidad el pasado 21 de junio. El reconocimiento, solicitado desde 2002 y en conjunto con los países donde se despliega esta compleja red de caminos -Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia y Argentina-, marca un paso histórico y abre un desafío para los respectivos gobiernos.Aunque aún no es posible definir cuánto costará implementar el Qhapaq Ñan o Ruta del Inca en el tramo que corresponde a Chile, ya están asegurados los recursos para financiar cien iniciativas que podrán en valor el circuito, inscrito por la Unesco como Patrimonio Mundial de la Humanidad el pasado 21 de junio. El reconocimiento, solicitado desde 2002 y en conjunto con los países donde se despliega esta compleja red de caminos -Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia y Argentina-, marca un paso histórico y abre un desafío para los respectivos gobiernos.
Tras esta larga espera y un intenso trabajo de investigación, Chile tiene ahora la misión de invertir en esta ruta para su conservación y valorización en beneficio de las comunidades locales situadas en estos tramos. Todo, con miras a desarrollar un tipo de turismo cultural y sustentable
“Tenemos un plan maestro para esta ruta con cien iniciativas que financiaremos, y que tienen que definirse desde la comunidad. Para ello se constituirá la asociación de municipios del Qhapag Ñan y se trabajará con las comunidades locales para decidir cómo se van a intervenir estos tramos, con un nuevo modelo de gestión descentralizado”, señaló Ricardo Cifuentes, subsecretario de Desarrollo Regional.
LA RUTA
El Qhapag Ñan construido por los incas y los pueblos conquistados a su paso tiene un incalculable valor patrimonial e histórico. La red de caminos de más de 30 mil km de largo, conectaba centros de producción administrativos y ceremoniales y es catalogada como la columna vertebral del poder político y económico del Estado Inca.
En el tramo chileno, este legado fue recogido tras un trabajo de investigación iniciado en 2008 que, como resultado, logró identificar cinco subtramos de la ruta distribuidos entre las regiones de Antofagasta y Atacama, pues es allí donde se encuentra la mayor densidad de vestigios incas, junto con las condiciones más inhóspitas de todo el Qhapag Ñan, que en sus orígenes llegó hasta El Maule.
En total, son 113 kilómetros de recorrido, que atraviesan 138 sitios arqueológicos. (Ver infografía).
Cada tramo tiene sitios arqueológicos asociados y habitantes en las cercanías. “Este fue un criterio muy importante a la hora de seleccionar cuáles subtramos serían intervenidos: que existieran comunidades y que estuvieran de acuerdo a integrarse”, señaló Fidel Angulo, encargado del programa de Puesta en Valor de la Subdere.
Para definir las intervenciones -paradores, miradores, señaléticas u otras planteadas por los lugareños- se hará un trabajo participativo con las comunidades originarias, dueñas de los terreno donde se ubican los subtramos, cumpliendo así el Convenio 169 sobre consulta indígena.
El proyecto de la ruta del Inca y su inclusión como patrimonio de la Humanidad ha significado hasta ahora una inversión de US$ 3.172.000 por parte de Subdere y US$ 925.000 del Consejo de Monumentos Nacionales, entidad que representa a Chile ante la Unesco, y que resguardará la preservación de la ruta.
“En primer lugar el visitante va a tomar contacto con los habitantes de las comunidades indígenas. Ellos, en forma organizada, custodiarán los circuitos y guiarán las formas de visitar los segmentos”, explica Solange Díaz Valdés, encargada del Proyecto Qhapaq Ñan-Chile del Consejo de Monumentos Nacionales.
En el circuito, los visitantes podrán apreciar caminos y sitios arqueológicos diferentes a los que existen en el imaginario colectivo -anchos y empedrados, asociados a Machu Picchu- pues los senderos integrados en el tramo chileno son más angostos (entre 0,50 m y los 4,00 m) y en su gran mayoría, despejados.
Las comunidades locales ya se están preparando para este proceso, aunque saben que el desarrollo de un turismo sustentable también requiere de mejores servicios. “Primero tenemos que tener agua potable y luz eléctrica las 24 horas. Eso es básico para poder atender a las personas que quieran conocer nuestra ruta del inca”, planteó Jorge Cruz, presidente de la comunidad de Camar, emplazada en medio del subtramo Camar Peine de la comuna de San Pedro de Atacama.