Rodrigo Loyola, arqueólogo, doctorado en Prehistoria y tecnología en la Universidad de Paris Nanterre, Francia, ha dedicado gran parte de su carrera al análisis de la tecnología lítica (herramientas de rocas o piedras), lo que implica el estudio de los métodos y técnicas de elaboración, desde el momento de la adquisición de la materia prima, hasta el proceso de producción, uso y abandono.
Parte de sus investigaciones se vinculan con el Instituto de Investigaciones Arqueológicas y Museo Gustavo Le Paige (IIAM), de la Universidad Católica del Norte (UCN), en San Pedro de Atacama, pues aquí se alberga una de las más cuantiosas colecciones líticas, relevantes en el estudio de las sociedades cazadoras y recolectoras que habitaban el desierto de Atacama desde el 13.000 a los 3.500 años antes del presente.
Obsidiana
Para Rodrigo, la obsidiana, un tipo de roca volcánica, es clave en sus investigaciones, un hilo conductor en la historia de los primeros habitantes. "Trabajo mucho con la obsidiana. Se diferencia de otras materias primas porque se puede determinar el punto exacto de donde se extrajo". Para ello, trabaja con varias técnicas como la fluorescencia de rayos-X, activación neutrónica y recientemente la utilización de PIXE (Particle-induced X-ray emission) a través de un proyecto de colaboración entre los académicos del IIAM-UCN, Dr. Lautaro Nuñez y Dra. Valentina Figueroa y el Museo del Louvre de Paris.
Según explica el arqueólogo: "Eso permite no sólo entender la tecnología de los antiguos cazadores recolectores, sino que también aspectos como las áreas por donde se movían, con qué otros grupos interactuaban, cosas de índole más social".
A través de la obsidiana, se ha reconstituido los ciclos de movilidad dentro del área de estos grupos cazadores recolectores. "Ahora sabemos que se movían en los diferentes pisos ecológicos tal como ocurrió con los pastores trashumantes. Ellos también combinaban estos diferentes pisos a lo largo del ciclo anual. Durante el verano iban a la Laguna de Tara y Aguas Calientes a cazar vicuñas y durante el invierno se quedaban en pisos más bajos como Tambillo, donde tenían asentamientos más semi permanentes", explica el arqueólogo.
Asimismo, el estudio de la obsidiana permite unir los sitios arqueológicos e ir conociendo aún más sus modos de vida. "Hemos podido determinar que ya desde el Periodo Arcaico Temprano (12.000 años atrás) había una movilidad inter-vertiente, es decir, contacto con los grupos cazadores recolectores del otro lado de la cordillera, de Argentina y Bolivia. Lo cual no se sabía", comenta Rodrigo.
Todos los estudios confluyen en entender que hay una historia mucho más profunda. Se pensaba que las grandes redes de interacción a larga distancia partían con los primeros pastores y agricultores. "Estos análisis nos dicen que esas tradiciones o estrategias de moverse o interactuar con el paisaje vienen de mucho antes, y son el logro de estas antiguas sociedades cazadoras-recolectoras", reflexiona Loyola.
Tecnología lítica
Mientras la obsidiana entrega los datos duros, el análisis de la tecnología lítica, permite obtener información más cualitativa y descriptiva.
Antes, el estudio de la lítica se centraba mayormente en la morfología de las piezas (si eran proyectiles, raspadores, morteros, etc.) hoy se intenta dilucidarla desde la tecnología, es decir, identificar los conocimientos y técnicas de elaboración para reconstruir la cadena operativa. Con ello se obtiene información social y cultural. Por ejemplo, se puede identificar la presencia de talladores novatos o aprendices en la talla, lo que en muchos casos se puede relacionar a la presencia de niños o jóvenes en sitios de asentamiento.
Rodrigo Loyola está finalizando su tesis titulada: "Tecnología lítica y redes de interacción de las sociedades cazadoras-recolectoras de la Puna de Atacama" bajo la dirección del Dr. Jacques Pelegrin, investigación que sin duda será un aporte en el conocimiento de los primeros habitantes del Desierto de Atacama.