Yermin Básques, presidente de la comunidad de Toconao: “Los salares no son minas, son ecosistemas”

El Ciudadano conversó con Yermin Básques, presidente de la comunidad atacameña lickanantay de Toconao. Junto a Camar, Socaire y Talabre están movilizados en contra del acuerdo entre Codelco y SQM, que ampliaría a 300 mil las toneladas anuales de extracción de litio del Salar de Atacama. El dirigente llama la atención sobre el daño hidrogeológico de la cuenca provocado por la actividad minera. Además convida a dejar de considerar el acuífero como una mina y empezar a verlo como un ecosistema con amplia biodiversidad.

Envie este Recorte Version de impresion de este Reportaje Publicado el 13 de marzo de 2024 Visto 309 veces
Fuente:
El Ciudadano

Desde comienzos de enero las comunidades del sector sur del Salar de Atacama han sostenido diversas movilizaciones contra el pre-acuerdo entre Codelco y SQM, que concedería a una sociedad en común la explotación del acuífero hasta el año 2060.

Se trata de las comunidades atacameñas de Toconao, Camar, Socaire y Talabre, en cuyas asambleas persiste mantener la movilización. El pasado 23 de enero protagonizaron una nueva toma desde la madrugada de los accesos a la planta de SQM en el salar, cortando la entrada próxima a Peine, Baqueanos, y el sector conocido como cruce La Bicicleta, al interior de las faenas de explotación.

El Ciudadano conversó con Yermin Básques Mondaca, presidente de la comunidad de Toconao, quien nos planteó las razones por las que mantienen la movilización.


A nivel nacional trascendió que la toma que realizaron la primera semana de enero de la entrada del Salar de Atacama fue disuelta ¿qué nos puedes actualizar al respecto?

– El domingo 14 de enero realizamos un desalojo pacífico del camino que teníamos bloqueado. Comentan fue colocado un recurso de protección, siendo lo curioso es que fue interpuesto por un sindicato de SQM. Es decir, trabajadores demandando a una comunidad indígena. De igual forma seguimos con la movilización.

¿De qué manera siguen movilizados?

– Las comunidades tuvimos que continuar con la asamblea en los distintos pueblos. En el caso de Toconao se realizó el día 13, participando unas 500 personas, pese a que fue llamada de emergencia. El mandato de dicha asamblea fue seguir movilizados, pese al que el Consejo de Pueblos Atacameños convino en negociar con las autoridades. Pues bien, si bien respetamos dicha posición, acá las comunidades del lado sur, que integran Talabre, Socaire, Camar y Toconao seguimos movilizadas en oposición al acuerdo entre Codelco y SQM. En tanto, la comunidad de Peine, si bien no han participado colectivamente porque tienen un tema interno que solucionar, de igual forma han hecho llegar su compromiso y apoyo.

¿Han conseguido hacer una estimación del impacto de la extracción de nitratos en el salar?

– Desde el año 2019 que la comunidad de Toconao comenzó a levantar un estudio técnico para determinar el impacto de la minería en nuestra comunidad. Si calculamos el tiempo que lleva la explotación del salar, podemos decir que si comparamos con 35 años atrás, tenemos estudios que han dado cuenta de que hay una pérdida de un 70% de desarrollo agrícola en Toconao. Las conclusiones fueron hechas al medir las hectáreas de agricultura en esa época con las actuales y el manejo productivo.

¿Qué ha cambiado desde entonces?

– Toconao siempre fue una población agrícola, cultivándose breas, peras, damascos, manzanas y naranjas, entre otros frutos. También había cultivo de flores. En paralelo también teníamos un alto desarrollo ganadero, con ovejas, cabras y llamas. La gente vivía de eso: la agricultura, la ganadería y el turismo comunitario, que era muy menor.

¿Había excedente en la producción frutal?

– Producíamos para consumo internos, se transportaban camiones de fruta a Antofagasta y Calama se abastecía en gran parte con fruta de nuestro pueblo. Si hacemos una comparación entre esa época y la actualidad: hay un retraso del 70% en el desarrollo orgánico de la agricultura.

También esta fue ruta de caravanas y de intercambio con el lado trasandino

– Nosotros somos una cultura de 12 mil años. Había caminos troperos que pasaban intercambios con Argentina y Bolivia. Se usaba mucho el proceso del trueque: la gente de Toconao llevaba sus flores, sus frutas, sus higos secos. Y de allá traían quesos, atuendos, ya sean ponchos o ropa de abrigo. Intercambiábamos también lana para los tejidos. Era una forma de vida desarrollada milenariamente.

¿Que impacto ha tenido la minería en la zona?

– Con la llegada de la minería se ven los impactos. Y, pese a que cuesta cuantificar, fuimos capaces de construir un estudio que demostramos a SQM la pérdida en el territorio, con lo que para el año 2019 creamos nueva forma de relacionarnos con la minería. Y eso han hecho todas las comunidades del borde sur. Nos hemos hecho cargo de hacer el levantamiento de los daños y el impacto que ha producido la extracción del litio, que produce un daño hidrogeológico.

¿Tiene alguna diferencia con otro tipo de faenas mineras extractivas?

– En minería metálica usted estudia el daño geológico; en tanto, en la minería no metálica, que es el caso del litio, se estudia el daño hidrogeológico. Los sistemas donde están los salares no son yacimientos, no son minas, son ecosistemas. Usted allá encuentra vida: hay aves, fauna, flora. Son elementos propios del desarrollo de la biodiversidad que tenemos. Y eso ha sido deteriorado por la explotación minera.

¿Qué daños en particular han constatado?

– El agua ha sido la base de las pérdidas. Tenemos sectores de quebradas, hay bofedales, en donde se desarrollaba la ganadería, pero ya no existen. Se han secado. Si en últimos años hemos debido comprar pastizales del sur.

Las comunidades administran hoy la Laguna Chaxa ¿cómo lo han logrado?

– Tuvimos que crear una figura de defensa, la que nos permite defender algo el salar: Los convenios nos han permitido desarrollar ciertas necesidades básicas, algo que hemos hecho nosotros, porque el Estado no se ha hecho cargo de dar luz o agua, que son elementos vitales que debieran hacerse cargo.

¿Cómo llega la luz a Toconao?

– Tenemos la luz más cara de Chile. Es generada en San Pedro por Cespa, un comité eléctrico, que hoy tiene serios problemas. Pues bien, se la compramos al comité eléctrico de San Pedro.

¿Cuánto sale una cuenta de luz?

– Una cuenta de luz en casa de familia media del orden de 60 a 70 mil mensuales.

¿Y cómo lo hacen con el agua?

– En Toconao tenemos dos afluentes que provienen de las quebradas de Vilaco y Silapeti, las que nutren de agua nuestro pueblo. El comité de agua construyó una planta, pero no está certificada. Se hizo una inversión de más de 500 millones, pero para que el Servicio Nacional de Salud certifique el agua nosotros tenemos que invertir. Eso debiera ser tarea del Estado.

¿Qué impresión tienen del Estado de Chile acá?

– Por todo eso tenenos un discurso bastante crítico con el Estado. Todos los gobiernos se han preocupado de extraer el litio como riqueza, ahora se están expandiendo por 30 años más y nosotros no tenemos agua potable. Eso es irrisorio, una contradicción. El Estado la primera preocupación que debiera tener es con quienes vivimos acá, en el borde sur del salar.

¿Las comunidades tenían expectativas con el presidente Boric?

– Yo creo que sí, acá la votación fue favorable al gobierno (67,41% sacó Boric en la segunda vuelta). Los lickanantay apoyamos la elección de este gobierno, así como muchos otros, pero nos han defraudado. Hay inconsistencia en lo que el gobierno dice avanzar y lo que ocurre acá.

¿Qué los hace sentirse decepcionados?

– En el acuerdo entre Codelco y SQM, lo único que se pedía era que nosotros participáramos en la mesa de diálogo, en la que se nos informara, que estuviéramos en la discusión. Se tergiversa que estábamos por el factor económico, pero nuestro interés es un tema de defensa territorial, medioambiental, porque es de lo que vivimos. Para este país mayores ganancias con el litio significan para nosotros la muerte.

¿En qué sentido?

– En Toconao tenemos 7 salares, como la Laguna Chaxa, que son frágiles. Producir una tonelada de litio en el salar sur implica evaporar un millón de litros de agua. Hacer ese mismo ejercicio en el Salar de Tara que es más sensible, se requiere el doble de agua.

¿De qué forma se quieren insertar en la discusión?

– Queremos posicionar la mirada social de los pueblos. El Convenio 169 es categórico en decir que en territorios en donde existan pueblos originarios, el Estado tiene que pedir el consentimiento para la explotación de esas riquezas, deben contar con la participación de los pueblos. Y en todos los aspectos: en el diseño, el control y, obviamente, en las ganancias compartidas.

Hay quienes argumentan que las comunidades indígenas no pueden participar en procesos de diálogo entre empresas, en los que se trata información privilegiada.

– El gobierno se excusa diciendo que no podemos entrar en una mesa que se trabaja con información privilegiada. Estamos claros que no entramos en mesas de accionistas de mercado. Es absurdo eso. Nuestro interés por entrar es para velar por cómo se seguirá explotando el salar. Porque tenemos cosmovisión que nos enseñaron también a construir modelos. Nosotros comíamos los huevos de las parinas, pero había control entre los tiempos de apareamiento, nidificación y procreación. Se controlaba a través de los tiempos. Tenemos un nivel de know how ancestral que nos permite entrar en una discusión de ese tipo.

El presidente del directorio de Codelco, Máximo Pacheco, dice que se ha sentado a negociar con las comunidades Cuántas veces lo han visto?

– Nunca durante la tramitación del acuerdo. Recién el 14 de diciembre logramos, después de una peregrinación de más de 4 meses, acceder a la ministra de Minería, al señor Pacheco de Codelco y al gerente Ramos de SQM. Todas esas reuniones decantaron en que firmamos un acuerdo tripartito entre el CPA y ellos.

¿Qué decía ese acuerdo?

– Los 3 ejes de ese acuerdo garantizaban lo que queríamos: discusión del litio en marco de respeto a nosotros como dueños ancestrales del territorio; aplicación del Convenio 169, la Ley Indígena y de Medio Ambiente; y lo más gravitante: que esta conversación partía de cero, con niveles de confianza asociados y de transparencia, con una mesa con una declaración de principios.

Sin embargo, la última semana de diciembre se hizo público el pre-acuerdo entre Codelco y SQM.

– Se nos engañó, nos mintieron porque dijeron que no había acuerdos secretos ni avances en las negociaciones. Cuando se juntaban, decían que ellos se estaban retroalimentando para conocer los procesos. Entonces cuando el 26 de diciembre apareció una declaración pública, además en una cadena nacional ¿cómo le llamas a eso? Hablar de falta de respeto es lo mínimo.

Se argumenta que es sólo un memorandum de entendimiento.

– Si ves los acuerdos, no hablan de eso. Hablan de niveles de producción de 300 mil toneladas, hablan de que van a mejorar los procesos productivos. El acuerdo habla de muchas cosas y nosotros no estábamos enterados.

El memorandum de manera vaga menciona nueva tecnología para evitar la evaporación de agua.

– Lamentablemente aún en el mundo no se ha encontrado un sistema de explotación directo. El que usan actualmente en el Salar de Atacama es el sistema más barato que existe, del orden de 5 mil dólares el costo de extracción por tonelada. Si acá es hacer una piscina, echarle agua y esperar que evapore.

¿Podría resumir la experiencia histórica de la comunidad con SQM?

– Hasta el año 2015, SQM se jactaba públicamente de que tenían relacionamiento con las comunidades porque pintaban la escuela, entregaban un equipo de fútbol o que donaban empanadas. Antes SQM lo hacía a través de ciertos programas, cosas muy básicas, muy puntuales y para grupos reducidos de comuneros. Eso era la relación. A partir de allí, la comunidad comenzamos a hacer un diálogo de participación exigiendo respuestas. En 2019, luego del levantamiento técnico que hicimos, logramos poner en la mesa el concepto de valor compartido.

Creo que también influyó lo que pasó cuando se descubrió que SQM pagaba a todo el sistema político. Eso los hizo cambiar un poco, acá aprendieron que si no se integraban con nosotros, si no dialogaban con los pueblos originarios, no va a poder producir. Esa es la realidad.

¿A qué espacio aspiran en las decisiones respecto de la explotación del Salar de Atacama?

– Esperamos participación concreta. Cuando hablamos de una mesa tripartita decimos que tiene que estar el privado, el público y el dueño del territorio. Es la base para desarrollar un modelo de negocios. Esa es el triángulo. Estamos a la espera, luego del fracaso de lo que se firmó el 29 de diciembre. Y el único garante para institucionalizar esta mesa es el presidente de la República. Así como en junio, cuando vino a visitarnos y dijo que no conocía los salares ni los procesos de cómo se extrae el litio, pero que los iba a venir a conocer. Pues que lo haga. Con la movilización le estamos diciendo al presidente: usted se comprometió a venir. Nosotros esperamos con la actitud que hemos tenido siempre como atacameños, que es abiertos a las autoridades que vengan a visitarnos. Así que si él propuso venir, le estamos invitando y, al mismo tiempo, pidiendo que cumpla y aproveche de firmar este compromiso de participación que hemos buscado durante meses.

¿Hay posibilidad de otro interlocutor?

– Su firma vale como máxima autoridad, nadie venga a desconocerla. Así que la única confianza es con él. Por el acuerdo a nuestras espaldas, ya tenemos cero confianza con la ministra de Minería, con Pacheco y con Ramos.

Mauricio Becerra R. El Ciudadano

*Puedes leer esta entrevista en su extensión en la nueva edición impresa de El Ciudadano



Fuente:
El Ciudadano

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