Nicolás Zanetta-Colombo: “Las concentraciones de arsénico en Alto El Loa requieren una intervención urgente”

Dos estudios revelan el aumento significativo de exposición a metales tóxicos en el norte del país producto del auge de la minería. El investigador de la Universidad de Heidelberg analiza los impactos ambientales y en la salud de las personas.

Envie este Recorte Version de impresion de este Reportaje Publicado el 13 de abril de 2024 Visto 303 veces

Al menos hasta 70 kilómetros llega el impacto ambiental del auge minero en localidades de la Región de Antofagasta.  Así lo plantean estudios encabezados por investigadores de la Universidad de Heidelberg y de la Universidad de Chile que, además, fueron recientemente publicados en revistas internacionales.

Cupressus macrocarpa, conocida también como Ciprés de Monterrey, es una especie que fue introducida como árbol ornamental en todo el país durante la década de 1970.

A través de un programa liderado por el Servicio Forestal de Chile, la actual Corporación Nacional Forestal (CONAF), su plantación llegó a lugares como Alto El Loa, en la Región de Antofagasta, donde ha sido testigo del desarrollo minero de la zona, actividad que ha dejado huellas en sus anillos de crecimiento.

Antimonio y cadmio son algunos de los metales potencialmente tóxicos descubiertos en los anillos de los árboles analizados en este trabajo, explica Nicolás Zanetta-Colombo, investigador de la Universidad de Heidelberg y autor principal del estudio.

Desde Alemania, en entrevista con Radio y Diario Universidad de Chile el experto entrega detalles del proceso y resultados de estas indagatorias.

El estudio tuvo como referentes de producción de la zona de Alto El Loa a las faenas Chuquicamata, Radomiro Tomic, Ministro Hales y El Abra, así como al depósito de relaves Talabre, que abarca un área de 66 kilómetros cuadrados.

¿Cuál fue el origen y desarrollo del estudio relacionado con los árboles?

Toda la investigación nace a partir de las inquietudes de comunidades locales. La necesidad de confirmar a través de la investigación científica algo que han estado observando por décadas.

En otras palabras…ellos saben lo que está ocurriendo, pero no han tenido la forma de demostrarlo y allí es donde entramos nosotros. En particular, el estudio nace para intentar entender como este nuevo incremento proyectado en la demanda de cobre podría o no profundizar en impactos ambientales existentes en al área.

 Para ellos nos fuimos hacia el pasado. Buscamos observar si revoluciones por metales, en décadas anteriores, influyeron en un incremento de disponibilidad de metales potencialmente tóxicos en el ambiente.

La última gran revolución por metales fue la digital en la década del noventa. El término de la dictadura, la apertura comercial a capitales extranjeros, la permisividad para la instalación de faenas mineras y el crecimiento económico de China dispararon la producción de cobre en Chile para satisfacer una demanda internacional que iba a requerir una producción como nunca antes se vio.

Elegimos trabajar con árboles porque son testigos silenciosos de cambios ambientales. Además, estudios anteriores en Chile y en el mundo daban cuenta de que es una aproximación adecuada para evaluar la escala temporal de la contaminación ambiental.

Éstos absorben nutrientes y contaminantes de manera pasiva a través de las raíces, hojas y cortezas y pueden acumularlos en sus anillos de crecimiento. Detectar y analizar la presencia de estos metales durante la vida del árbol nos permite entender cómo ha variado su ambiente a lo largo de su historia.

Los árboles que muestreamos fueron plantados en los setenta por lo que también nos permitía observar qué ocurría o qué ocurrió en la década del noventa. Los resultados nos sugieren que hay un incremento significativo de la presencia de metales en los anillos de árboles.

En este sentido, una mayor producción de cobre generó más polvo en el ambiente el que se transportó a las comunidades e incrementó su presencia en los suelos del sector.

Así como la producción de cobre también encontramos que la disponibilidad de sedimentos secos en el relave de Talabre es un factor en el incremento de metales en el ambiente. Sobre todo, a partir del 2000 cuando ocurren aumentos abruptos en estos sedimentos.

A nivel internacional se publicó otra investigación que se enfocó en las viviendas, ¿Cuáles son los detalles y participantes?

En el año 2022 llevamos a cabo un estudio con el propósito de profundizar en la exposición de las comunidades indígenas a metales potencialmente tóxicos. Nos enfocamos en identificar las principales fuentes que podrían estar influyendo en esta exposición, así como en comprender los posibles patrones de transporte atmosféricos asociados.

Para ello, recolectamos muestras de polvo de ventanas y techos considerando la capacidad de éstos para ingresar a la vivienda y procedimos a analizar el contenido de metales en estas muestras.

Los resultados revelaron que metales como arsénico, antimonio y cadmio, reconocidos por su toxicidad y carcinogenicidad, presentaban una distribución espacial similar a la de metales como cobre y molibdeno. Esta similitud sugiere que éstos podrían estar siendo emitidos como resultado de la actividad minera en la región.

Además, estos hallazgos indican que estos metales podrían estar siendo transportados a través del aire a lo largo de toda el área del Alto Loa en un tiempo relativamente corto, posiblemente en cuestión de horas. Incluso, nuestras estimaciones sugieren que estas emisiones, en aproximadamente nueve horas, podrían alcanzar Bolivia.

¿Hay conclusiones que se relacionan?  ¿Qué reflexiones dejan los resultados?

Ambos estudios nos ofrecen una visión clara de las diversas fuentes de metales presentes en el desierto de Atacama. La distribución de elementos como el cobre, molibdeno, arsénico, antimonio y cadmio puede ser atribuida principalmente a la actividad minera que incluyen emisiones de los open pit(cielo abierto), procesos de fundición y depósitos de relave.

Estas emisiones pueden tener un alcance significativo extendiéndose hasta 70 kilómetros de distancia desde los puntos de emisión o áreas mineras. Por otro lado, elementos como titanio, vanadio, níquel y otros, muestran una asociación mayormente influenciada por la geología local.

Estos estudios ponen de relieve el impacto de la actividad minera en la distribución espacial y temporal de metales potencialmente tóxicos en la región de Alto Loa. Además, evidencian que las medidas actuales de mitigación no han sido suficientes para contrarrestar los efectos adversos de esta industria.

También se destaca la necesidad imperiosa de fortalecer la legislación ambiental y abordar la actividad minera desde una perspectiva económica y ambiental más equilibrada.

Es esencial reconocer que la minería conlleva impactos que deben ser evaluados y mitigados de manera integral. Si aspiramos a una transición justa como país es crucial abordar estos aspectos para evitar profundizar los conflictos socio-ambientales en áreas ecológicamente críticas como el desierto de Atacama.  

Al mismo tiempo, es esencial escuchar y considerar el conocimiento y las preocupaciones de las comunidades locales sobre su territorio.

¿Cuál es el impacto ambiental y de salud en las personas que se está advirtiendo?

La relación entre la exposición a metales y los efectos adversos en la salud es un tema que ha sido ampliamente discutido en la comunidad académica a nivel mundial.

Metales como arsénico, cadmio, el plomo y otros elementos, pueden desencadenar una variedad de enfermedades tanto no cancerígenas como cancerígenas. Por ejemplo, el arsénico está asociado a problemas como dermatitis, neuropatías periféricas e incluso problemas cardiovasculares. Mientras, que el cadmio puede afectar los riñones y causar problemas respiratorios.

Además, hay evidencia que sugiere que la exposición a largo plazo a esos metales puede influir negativamente en el aprendizaje y causar deterioros cognitivos, especialmente en niños.

Ahora en el contexto específico de la región de Antofagasta, donde ya se registran altos índices de cáncer a nivel nacional, cualquier aumento en la presencia de estos contaminantes podría empeorar aún más la situación.

Aunque nuestros estudios hasta ahora no se han enfocado directamente en esta arista del conflicto, las concentraciones de arsénico y otros contaminantes que hemos encontrado en Alto El Loa son una clara señal de que se requiere una intervención urgente.

Necesitamos evaluar las posibles consecuencias de la alta exposición a estos contaminantes, así como los aumentos que han ocurrido en el pasado.  

Estamos frente a una situación alarmante en una región crítica donde históricamente no se han tomado las decisiones necesarias para proteger la vida de los habitantes. Es esencial que actuemos pensando en las futuras generaciones quienes aún pueden ser protegidos del impacto de la exposición a contaminantes.

Es hora de tomar medidas concretas y efectivas para abordar este problema y garantizar la salud y el bienestar de las comunidades afectadas.

¿Cuáles deberían ser los puntos clave para abordar el tema de lo relaves?

Hay una serie de puntos cruciales que debemos abordar. En primer lugar, es esencial ser completamente transparente sobre el hecho de que los relaves representan un riesgo significativo para la población.

Aunque la idea de secar los relaves o disminuir el contenido de agua en superficie para reutilizarla en otros procesos puede parecer una medida favorable desde una perspectiva de sostenibilidad , debemos tener en cuenta que esto podría conllevar un riesgo adicional. Con más material seco en superficie existe una mayor probabilidad de que el viento pueda dispersarlo y llevarlo hacia comunidades cercanas e incluso a aquellas más alejadas como lo hemos visto en nuestros últimos estudios.

Para enfrentar estos desafíos se necesitan enfoques innovadores y multidisciplinarios así como soluciones respaldadas por la investigación científica. Es crucial llevar a cabo más investigación y mostrar una voluntad política real para implementar medidas efectivas que mitiguen los riesgos asociados.

La inversión en esta área no debe limitarse únicamente, como ha sido hasta ahora, a impulsar la producción de cobre también debe dirigirse a transformar la industria minera en su conjunto . Esto implica redefinir las formas en las que se lleva a cabo la producción y , lo que es aun más importante para mí , es escuchar activamente las demandas y preocupaciones de las comunidades locales que han sufrido las consecuencias de esta industria durante demasiado tiempo.

Abordar esta problemática requiere un enfoque integrado que involucre a la industria , la comunidad científica y las comunidades locales.



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