Las víctimas del litio: los flamencos andinos

La extracción del litio, necesario para la transición energética, destruye ecosistemas únicos, con especies como los flamencos. Expertos piden métodos menos agresivos de explotación, pero los países se cruzan de brazos.

Envie este Recorte Version de impresion de este Reportaje Publicado el 27 de septiembre de 2018 Visto 295 veces
Borja Heredia, director de la Unidad de Aves de la Convención de Especies Migratorias de Naciones Unidas. (CMS/Borja Heredia)
Imagen satélite del salar de Uyuni, en Bolivia. (ESA/VITO)
Flamencos altoandinos en uno de los humedales del altiplano protegidos por el CMS. Flash-Galerie (Sergey Dereliev)

Se dice del litio que es el petróleo del futuro. Se le denomina "oro blanco” o "mineral maravilla” por sus excelentes cualidades para almacenar energía. Sin embargo, no es litio todo lo que brilla y detrás de la explotación de este mineral, que no se encuentra de manera natural, existe un trasfondo que suele ignorarse y el medio ambiente sufre las consecuencias derivadas de esta actividad minera.

El litio es un metal alcalino blanco muy liviano, que se oxida rápidamente al contacto con el aire y que solo existe en la naturaleza en forma de compuestos químicos. Por estos motivos, se emplea en industrias como la del vidrio, la cerámica, lubricantes y fármacos; sin olvidar el sector tecnológico y automotriz, donde se ha convertido en un producto clave para la fabricación de baterías, tanto de celulares como de vehículos eléctricos. En la actualidad, la principal técnica de extracción del carbonato y el cloruro de litio es la evaporación de salinas. Este método consiste en colocar la salmuera, extraída desde grandes profundidades, en recipientes de gran tamaño y poca profundidad, donde se seca al sol. A su vez, se van agregando diversos elementos químicos que desencadenan reacciones que precipitan sales como el cloruro de sodio o de potasio para, finalmente, obtener carbonato o cloruro de litio.

La fragilidad de los flamencos

Borja Heredia, experto internacional en biodiversidad, dirige la unidad de aves de la Convención de las Especies Migratorias de Naciones Unidas (CMS, por sus siglas en inglés). Explica que el altiplano andino, a 4.000 m de altura, es un punto caliente de biodiversidad. En época estival, los flamencos altoandinos emigran de las tierras bajas a las lagunas y humedales del altiplano. El problema es que en esta zona también se ubica el "triángulo del litio”, por lo que los humedales se encuentran intercalados entre las salmueras de este mineral. Así, se produce un conflicto entre la conservación de los hábitats de estas especies de flamencos y la minería del litio, que es muy agresiva por los recursos hídricos que consume. Además, la salmuera se encuentra a gran profundidad en la tierra, rodeada de acuíferos de agua dulce, lo que constituye un sistema hidrogeológico muy complejo y único en el mundo. Al bombear la salmuera de los acuíferos, se generan vacíos en la tierra que se llenan con el agua dulce de los acuíferos aledaños que dan vida a los humedales de los flamencos. El resultado es que la extracción del litio lleva aparejada dos problemas muy graves. Por una parte, la gran cantidad de agua dulce que consume y por otra, la gran concentración salina de la salmuera ya sin litio (10 veces mayor que la del agua de mar), que queda como un residuo.

Sistema de acuíferos aún desconocido

Heredia también comenta a DW la enorme presión que ejerce la industria en Bolivia, Chile y Argentina para permitir la extracción del litio. En la actualidad, nadie cuestiona la necesidad de este mineral para abordar la transición energética y frenar el cambio climático. Lo que solicita el CMS de Naciones Unidas es que se investigue y se encuentren métodos para emplear menos agua dulce, y que la sobrante sea recuperable al final del proceso.

Heredia afirma que se necesitan investigaciones exhaustivas del sistema de acuíferos de la puna porque es desconocido. Hasta el momento, se extrapolan los resultados de un salar a los demás, algo inútil desde el punto de vista del experto, que asevera que cada salar es único y requiere estudios detallados y específicos. Además se necesitan modelos matemáticos para predecir a largo plazo la longevidad de los yacimientos. El litio es un material no renovable, por lo que si se extrae indiscriminadamente, en 20 años podemos haber terminado con las reservas.

El CMS trabaja con el Grupo de Conservación del Flamenco Andino (GCFA) y la Convención de Ramsar, elaborando una red de humedales para proteger estas lagunas mediante un sello internacional. También trabajan para establecer una visión de conjunto de qué zonas no deben verse afectadas por la actividad minera por ser fundamentales para la supervivencia de las colonias de flamencos y cuáles sí pueden prestarse a ese fin.

Llamada de atención a los gobiernos

El experto del CMS también destacó la necesidad de mejorar los mecanismos de evaluación del impacto medioambiental por la falta de rigor de la que adolecen en la actualidad, ya que los gobiernos se cruzan de brazos y, en el mejor de los casos, estos estudios los financian las propias empresas extractoras de litio. Lo cierto es que, aunque nadie se cuestione la necesidad de abandonar los combustibles fósiles para frenar el cambio climático, la transición energética tampoco debe entenderse como un cheque en blanco para extraer el litio a costa de la biodiversidad de la zona, afirma Heredia. De lo contrario, se corre el riesgo de esquilmar las reservas de mineral y de arrasar un ecosistema único en el mundo.

Autora: Patricia Jiménez Angulo



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