Críticas y denuncias atrasan las obras del nuevo Museo Le Paige

Envie este Recorte Version de impresion de este Reportaje Publicado el 06 de diciembre de 2015 Visto 291 veces

En 2015 debiera haber comenzado la 3° etapa del proyecto, correspondiente a la demolición del museo actual y la edificación del nuevo. Y no ocurrió así. 

La primera señal auspiciosa aparece en 2011, cuando las oficinas Iglesis Prat y TAU 3 Arquitectos ganan el concurso de diseño del nuevo Museo Arqueológico Gustavo Le Paige, que hoy dirige Arturo Torres, en San Pedro de Atacama. El anhelo municipal toma forma: con esa primera etapa lista, se confía en que próximamente miles de piezas valiosas serán resguardadas en un inmueble que cumpla los estándares de construcción de edificios públicos y las normas de conservación de patrimonio arqueológico, entre otras. 

Sin embargo, pasan casi tres años sin avances. Y en marzo de 2014, el subsecretario de Desarrollo Regional, Miguel Flores, anuncia financiamiento de la Subdere y el inicio de la segunda etapa -correspondiente a la construcción de un depósito temporal, y al embalaje y traslado del acervo museístico a este-. Pero la historia sufre otra pausa. Y si el plan de la alcaldesa de San Pedro de Atacama, Sandra Berna, era construir el nuevo museo este año -como dijo a "El Mercurio" en 2014-, hoy es evidente que algo sucedió en el camino: aún no finaliza la segunda fase. Y además, antes del inicio de obras de la nueva sede, debe demolerse la antigua (usarán el mismo terreno). Lo que solo pasará cuando las colecciones hayan salido de ahí.

Otros cambios sobrevinieron en el último año. Por ejemplo, el proyecto pasó de tener fondos de la Subdere a recibirlos del Gobierno Regional de Antofagasta. Son más de $9.523 millones -vía FNDR-, con los que ya se ha pagado la construcción del depósito temporal a metros del Cementerio de San Pedro, a cargo de grupo Procoin, y los honorarios del equipo que ha embalado las colecciones (la suma de ambos ítems equivale al 13,6% del presupuesto total). Y mientras se empacaban las piezas arqueológicas, que administra la U. Católica del Norte (UCN), surgieron complicaciones que han atrasado el proyecto en varios meses o en cerca de un año.

Aunque se generó un plan de contingencia para el embalaje, se contrató a Surpatrimonia y el proceso estuvo a cargo de 25 miembros de la comunidad atacameña junto con cinco conservadores del Instituto de Investigaciones Antropológicas UCN, se han levantado observaciones, críticas y denuncias.

El proyecto es complejo porque involucra un patrimonio milenario e indígena, por lo que para mover una pieza "debe haber autorización de cuatro o cinco reparticiones públicas, y de las comunidades atacameñas", dice el consejero regional Luis Caprioglio, quien preside la comisión de Educación, Ciencia y Tecnología del Gore, la que determinó darle fondos a esta iniciativa.

Así, si el propósito inicial era terminar el embalaje en cuatro meses, los tiempos se alargaron. Fue por la gran cantidad de objetos por clasificar -van 12 mil cajas procesadas-; pero, sobre todo, por la acusación que emitió la Comisión de Patrimonio del Consejo de Pueblos Atacameños, encabezada por Robert Maizares. "Hicieron una denuncia al Consejo de Monumentos Nacionales (CMN) -dice Caprioglio- por irregularidades en el embalaje, traslado y resguardo transitorio de las piezas". Por eso, las obras se pausaron hasta nuevo aviso.

"Según últimas informaciones, el CMN fiscalizó el museo transitorio y el plan de contingencia, y al parecer no existirían irregularidades. Y de haber observaciones, serían menores, no afectarían la colección, y se podrían subsanar rápido", afirma Caprioglio. Y añade que, entonces, "se espera terminar la segunda etapa del proyecto en abril, para iniciar la demolición y construcción del nuevo edificio". Pero, según otras fuentes, el expediente del caso aún no se cierra.

Otro proceso pendiente y delicado es la creación de la corporación que administrará el nuevo museo. Pero como cada fase de este proyecto ha debido estar en línea con el convenio 169 OIT, tanto su conformación como otros plazos estipulados pueden relativizarse si no hay acuerdo. Y en la municipalidad, que es el mandante, no hay apuro: "Aunque debamos tomarnos todo el tiempo, haremos esto bien. Para mí, que soy parte de la comunidad, la tranquilidad de la gente es fundamental", cierra la alcaldesa.



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