Patricia Ayala y la reedición de su libro “Políticas del pasado: Indígenas, arqueólogos y Estado en Atacama”

La relación entre las comunidades indígenas, y las instituciones estatales, siguen estando en el debate y la arqueología como disciplina no queda al margen de los cuestionamientos.

Envie este Recorte Version de impresion de este Reportaje Publicado el 09 de agosto de 2018 Visto 310 veces

Es por eso que el libro “Políticas del pasado: Indígenas, arqueólogos y Estado en Atacama”, de la arqueóloga Patricia Ayala Rocabado, es reeditado por Qillqa Ediciones tras nueve años de su publicación. Este libro abrió esta discusión académica y nos sigue invitando a reflexionar sobre los vínculos entre atacameños, los arqueólogos y las entidades del Estado.

Radicada desde hace un año en su natal Bolivia, Patricia Ayala nos cuenta sus proyectos, expectativas y recuerda la época en que trabajando en el Instituto de Investigaciones Arqueológicas y Museo IIAM, escribió este libro.

¿Cómo fue la acogida que éste tuvo en su primera edición?

La primera edición de mi libro tuvo una excelente acogida en el ámbito académico, muestra de eso es la realización de esta segunda edición. Creo que uno de los aspectos mas valorados de este trabajo es que inauguro el campo de las etnografías arqueológicas en Chile, especialmente de aquellas que consideran a la arqueología y a los arqueólogos como sujetos de estudio. Además, esta publicación insertó el tema de la relación entre arqueólogos, indígenas y Estado en la discusión académica nacional, así como integró a Chile en una reflexión que ya se venía dando hace varios años en otros países del continente Americano.

¿Cuáles fueron sus motivaciones para llevar a cabo este trabajo?

Una de mis motivaciones fue transitar de la arqueología a la antropología ya que encontraba que le faltaba mas “humanidad” a mi labor arqueológica. Otra fue comprender la historia de la arqueología en Atacama, en esos momentos trabajaba como Coordinadora de la Unidad de Relaciones con la Comunidad Atacameña del IIAM y consideré fundamental estudiar los vínculos entre arqueólogos y Atacameños en el pasado para enfrentar el desafío de ayudar a construir relaciones renovadas en el presente.

Una publicación como esta debe llevar consigo muchas satisfacciones. ¿Cuáles podría destacar desde el ámbito personal y profesional?

Las satisfacciones han sido muchas. Por mencionar algunas, este trabajo me ha permitido mantener hasta hoy relaciones de amistad con muchos atacameños, quienes influenciaron en mi visión de la arqueología como una disciplina que afecta la vida de otras personas y que tiene un importante rol social que cumplir. Gracias a esta investigación puedo afirmar que los arqueólogos, lejos de estar ajenos a las coyunturas políticas y sociales contemporáneas, estamos completamente inmersos en procesos sociales como la construcción de identidades, las dinámicas de poder y la patrimonialización, entre otros.

Una satisfacción reciente. En Buenos Aires participé como expositora en dos reuniones académicas a nivel Latinoamericano. Para mi fue emocionante escuchar que este libro y otros de mis artículos han sido leídos por arqueólogos, antropólogos, estudiantes y líderes indígenas de otros países.

Han pasado casi diez años desde la primera publicación. ¿Crees que en estos años se reconfiguró la relación entre Estado, pueblos indígenas y comunidad arqueológica en Chile?

Creo que así como el Estado chileno reconfiguró sus relaciones con los pueblos indígenas en Chile desde la promulgación de la Ley Indígena en 1993, la arqueología chilena hizo lo propio aunque un poco más tarde. Sin embargo, si bien es cierto que existen relaciones renovadas entre arqueólogos e indígenas y que se observa una mayor participación étnica en el quehacer arqueológico, también lo es que se trata de un ajuste de cintura que ha implicado aceptar ciertas demandas indígenas y rechazar otras consideradas inapropiadas.

Me parece que en general la arqueología se ha alineado con las políticas multiculturales del Estado chileno reproduciendo una participación indígena restringida y controlada. En este contexto, los indígenas aún tienen una participación limitada en los proyectos de investigación, así como las discusiones sobre las repercusiones sociales de la disciplina son aún marginales en las publicaciones y reuniones científicas.

¿Qué expectativas surgen con esta nueva edición del libro?

Cuando se me propuso hacer una segunda edición de este libro el año 2016, pensé hacer varios cambios y escribir un nuevo prólogo retomando y enriqueciendo varios de sus planteamientos y a la vez cuestionando otros a la luz de los nuevos datos y avances disciplinarios. Sin embargo, el delicado estado de salud de mi esposo durante ese año, me impidió hacer mayores cambios y escribir un prólogo para la nueva edición. En este contexto, considero este trabajo como el reflejo de un momento de mi proceso investigativo y reflexivo, así como el resultado de un contexto disciplinario, social y político particular de mediados de 2000.

Creo que lo que se describe y analiza en estas páginas puede servir de catalizador para futuras investigaciones. Espero que tanto arqueólogos como indígenas encuentren en este libro ideas que permitan incentivar sus discusiones, enriquecer o cuestionar sus argumentos en favor o en contra sus propias visiones de este proceso.

¿Qué nuevos proyectos tienes por delante?

Después de nueve años de vivir en territorio Indígena Passamaquoddy, al Noreste de Estados Unidos, regrese a Bolivia. El fallecimiento de mi esposo a principios del 2017, me llevó a tomar la decisión de volver a mi país de origen. Ahora me encuentro con dos proyectos en carpeta. Como parte de un equipo multidisciplinario, el primero es una investigación arqueológica sobre el turismo en San Pedro de Atacama. El segundo, es una etnografía focalizada en la historia de vida de mi esposo, David Moses Bridges, quien fuera destacado artista, educador y activista político de la tribu Passamaquoddy. Este proyecto es un desafío enorme para mi pues es una nueva línea de trabajo en mi carrera, pero es un compromiso que asumí con mis hijos, mi familia y la tribu de David para preservar y difundir su legado.



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