En Toconao, pueblo del Altiplano cercano a San Pedro de Atacama, en la II Región, parece que todo avanza más lento. Cerca del mediodía, las calles de la localidad, levantada casi totalmente con piedra liparita, comienzan a poblarse en su mayoría por turistas que buscan una foto frente a la iglesia y el campanario de San Lucas, que datan del siglo XVIII. Antes de esa hora, solo su escuela es la que concentra el movimiento de este pueblo donde viven unos 500 habitantes.
De sus 196 alumnos, 47 son de San Pedro de Atacama, a 45 kilómetros de distancia, otros 17 son de Socaire, cuatro de Talabre y uno de Camar, los pueblos andinos más cercanos a Toconao. Se trasladan todos los días en bus, al igual que la mayoría de sus profesores, casi todos de regiones sureñas atraídos por vocación y la "magia" del Altiplano nortino.
"Si hay voluntad se pueden hacer cosas", dice el director del Complejo Educacional Toconao, Eduardo Navarrete, con seis años en el cargo.
Con un índice de vulnerabilidad de 70,4% en enseñanza básica y 76,9% en media, en el establecimiento se las ingenian para obtener buenos resultados y preparar a sus alumnos para que lleguen a la universidad, aunque aún faltan dos años para que la primera generación rinda por primera vez la PSU.
"Recogimos mesas de pimpón abandonadas en el patio y las arreglamos, los antiguos dormitorios del internado ahora son salas para talleres e integración escolar, además de oficinas para los profesionales de apoyo. También tenemos clases de música con instrumentos, una biblioteca con 5 mil libros y cinco computadores conectados a internet, donde todos los cursos tienen al menos una hora a la semana de biblioteca", cuenta el director.
Hace seis años partieron con los primeros programas. El ECBI (Enseñanza de la Ciencia Basada en la Indagación) fue el pionero. Ahí los alumnos pueden aprender ciencia desde la práctica, experimentando y trabajando en grupo, con el apoyo del municipio de San Pedro de Atacama y el Observatorio ALMA, el radiotelescopio más grande del mundo ubicado en las cercanías del pueblo.
El complejo apoya un programa para mejorar la educación de la escuela pública del pueblo andino en las áreas de ciencias e inglés. Se ha encargado de capacitar, seleccionar y financiar la contratación de profesores que ayuden a impulsar los programas. También entrega material didáctico y retroalimentación periódica sobre su implementación a través de consultores especializados en educación. La iniciativa ha ayudado a mejorar los resultados de los alumnos de Toconao en los exámenes estandarizados nacionales y ha sido aclamado por profesores, apoderados y autoridades locales.
Actualmente, la experiencia se está extendiendo a otras escuelas de la comuna, a través de diversas iniciativas, con la colaboración de la Municipalidad de San Pedro de Atacama y otros socios estratégicos. Cerca de un millón de dólares han sido destinados -directa e indirectamente- a este programa desde su inicio en 2008.
Alejandra Voigt, gerenta ejecutivo de ALMA, agrega que "también se apoya al establecimiento con el pago del sueldo a los profesores de inglés y todos los veranos ellos viajan a Europa para capacitarse, la idea es que se sientan motivados en hacer su trabajo (...). Los principales apoyos son a través de una consultora contratada especialmente para trabajar en conjunto con el establecimiento en material educacional".
Los buenos resultados hicieron que este año el colegio municipal fuera seleccionado para ingresar a la Red de Escuelas Líderes de Educación en Pobreza, iniciativa que impulsan Fundación Chile, Fundación Educacional Arauco, Minera Escondida y "El Mercurio". Su objetivo es destacar la labor de colegios que entregan educación de calidad en contextos vulnerables.
Tocando puertas
Los talleres de inglés "son didácticos, trabajamos en obras de teatro, jugando, porque la idea es que los niños logren comunicarse, sobre todo porque en Toconao llega mucho turista extranjero", cuenta Mónica Gamonal, la profesora a cargo.
En el colegio también han aprendido de integración. Según cuenta su director, el programa de integración cuenta con 30 niños, entre ellos Kiara Vega, una niña no vidente de cuarto básico. "Cuando llegó, todos en el colegio aprendimos a respetar su espacio. Ella primero hizo una adaptación para aprender los sonidos de la escuela, sus espacios y ahora está totalmente integrada, incluso tiene una sección especial en la biblioteca con libros en braille", explica Eduardo Navarrete.
"Una semana al mes también tenemos el apoyo de una profesional que viaja desde Santiago para apoyar a Kiara; ella también traduce a braille las guías del curso", dice su profesora Karina Frías.
Hace dos años, el colegio gestionó recursos externos para comprar una impresora braille, con un costo de cerca de $2 millones. También algunos profesores aprendieron lenguaje de señas para hacer clases a un niño sordo. Así, en el colegio aprendieron a gestionar recursos, tocando puertas y armando proyectos, para mejorar el proceso de educación e incluso ahora esperan que la escuela sea remodelada el próximo año.