Mauricio Ciocca llegó a San Pedro de Atacama en 1995 tras titularse de contador auditor en la Universidad Diego Portales de Santiago. Ese año conoció a Francisca Echeverría, con quien se casó y tuvo tres hijos. Ella, que trabajaba como chef, lo llevó a convertirse en el rey de la gastronomía de esta zona nortina. Este martes fue encontrado muerto en su domicilio. Se quitó la vida a los 45 años.
“Compartí con él muchas fechas de Año Nuevo en San Pedro. Recuerdo que su casa siempre estaba llena de amigos”, dice el senador Fulvio Rossi, quien es primo de Mauricio. “Él le habría las puertas a todo el mundo. La gente que pasaba por allá tiene un excelente recuerdo. Mauricio era absolutamente querible: no le caía mal a nadie, era cálido, acogedor; muy alegre, muy optimista. Lamento perder a alguien como él”, manifiesta.
Hace 12 días Mauricio fue interrogado por la desaparición del guía turístico Kurt Martison. El fiscal a cargo de esa investigación, Raúl Marabolí, descartó que la muerte de Ciocca guardara relación con su indagación. “Es súper injusto que se le vincule (con ese caso)”, comenta Rossi.
Uno de los que trabajaron con Mauricio para convertir a San Pedro en un lugar turístico es el artesano Javier Pérez. Este hombre armó las mesas y sillas de su primer restorán: El Adobe. Se conocieron hace 20 años. “En ese tiempo había muy pocos locales. Y él fue uno de los que emprendieron la tarea de desarrollar y fomentar el turismo que hoy resulta tan atractivo para los extranjeros”, evoca. “Se fijaba en todos los detalles. No le gustaba que la gente se vistiera desordenada. Nunca contrató a alguien que anduviera con un collar artesanal. Y no lo hacía de mala onda. Era porque ese detalle le implicaba desorden. Además daba buenos sueldos y buenos tratos. Eso lo hizo ganarse el cariño de la sociedad atacameña y transformarse en un personaje público”.
Pedro Titichoca, administrador del hostal Licancabur de San Pedro, complementa: “Sus cuatro restoranes -todos posicionados- estaban a nivel mundial en cuanto a calidad. Recuerdo que comenzó con una cafetería y después compró un antiguo local que reconstruyó y convirtió en El Adobe, especializado en comida autóctona. Siguió con La Estaca, donde se prepara comida gourmet. Después El Blanco, dedicado a cocina internacional. Y finalmente La Casa, que ofrece comida chilena”.
Pero el hombre, como todos, tenía sus matices. Soraya Madriaza, su prima, cuenta que desde hace unas semanas Mauricio sostenía un dolor que le quitaba el sueño. “A ojos de todos era muy alegre. Pero al mismo tiempo era frágil e introvertido. Ahora último estaba teniendo una suerte de desencuentro familiar. Y esta pena no lo tenía tranquilo porque Mauricio estaba enamorado hasta las patas de su esposa”. Javier, su amigo, agrega lo siguiente: “Siempre fue aislado y solitario. A pesar de su amabilidad con las personas que lo rodeaban. Y nunca exteriorizaba los problemas. Menos los matrimoniales”.