Trabajos realizados en el marco de CasaTelar
El tejido a telar es una de las principales formas de expresión artística de la cultura indígena andina, y como tal, se ha transmitido de generación en generación. Y ahora, de la mano de algunos de sus principales exponentes, el proyecto CasaTelar busca transmitir y extender esta técnica entre gran parte de las comunidades herederas de este legado, como son las localidades de Toconao, Socaire, Solor y Larache.
Pero CasaTelar no sólo apunta a preservar esta tradición, sino que también apela a fomentar la innovación –a través de la utilización de tecnologías sustentables- y a contribuir a la valorización global de este patrimonio local. Para ello, este proyecto -que patrocina SQM- está siendo gestionado por Fundación ONA, entidad que se ha preocupado de brindar a las alumnas las herramientas necesarias para este fin, y para lo cual cuenta con el apoyo de distintos relatores, tanto con formación académica formal como con cultores tradicionales provenientes de dichos territorios.
Esta actividad comenzó a impartirse en noviembre de 2017 y espera culminar su primera etapa en marzo próximo. “Estos primeros tres meses son de diagnóstico, de capacitar a las personas que están interesadas, y ya en marzo partiremos con un programa de carácter anual y por varios años”, detalló Macarena Peña, directora ejecutiva de Fundación ONA.
Primeras puntadas
Durante este tiempo, las alumnas han aprendido desde la definición de la paleta de colores hasta técnicas de teñido, dependiendo de su nivel de conocimiento de dicho arte y de las particulares e intereses de cada localidad.
“Los talleres son hechos a medida, es decir, cada comunidad recibe capacitaciones que están en directa relación con lo que ellos quieren realizar, con sus habilidades y carencias en este ámbito. Entonces, hay grupos más avanzados que están con capacitaciones de teñido en cuatricromía y aspectos más técnicos. Y las que recién están introduciéndose en esto, como es el caso de Toconao, están partiendo con la hilatura de la fibra de la llama, que es la fibra local que queremos revalorizar”, destacó Macarena.
Además de las clases habituales, que se realizan una vez a la semana, las alumnas de CasaTelar participan de clases magistrales, en donde se hace énfasis en aspectos específicos asociados a la técnica del telar. De esta manera, por ejemplo, “en Socaire nos encontramos trabajando en la elaboración de una paleta de colores, la cual se está realizando con trabajo de campo e investigación en conjunto con los alumnos. La idea es que esta paleta de colores salga de los mismos usuarios y sea contingente a su realidad actual, pero sin desconocer sus orígenes”, detalló Rubén Concha, uno de los profesores de estas clases magistrales.
En cambio, en Toconao, que es la comunidad que cuenta con más participantes y una mayor amplitud en cuanto a rango etario, al converger tres generaciones, Rubén señaló que “se está realizando desde la parte más primaria del área textil, pues las nociones de las técnicas son mínimas. El mismo fenómeno ocurre en Larache y Solor, donde nos encontramos trabajando en los procesos de selección de materiales y en la técnica de elaboración de hilos para la manufactura de cordonería andina”.
Hilando la historia
El patrimonio textil atacameño, también conocido como Lickanantay, no sólo es un legado a preservar, sino que ha sido parte de la vida y de la historia de quienes hoy participan en CasaTelar. Así lo describe Nélida Cruz, alumna de la comunidad de Lareche, quien afirmó que “remueven un poco lo que es la historia de uno, uno recuerda el tema de los ancestros; cómo lo hacían, cómo hilaban, es como recordar historias que nos contaban, es como volver al pasado”.
De esta manera, con cada aprendizaje, las alumnas hacen suyas las técnicas de sus antecesores. “Se trata de la recuperación de la memoria textil, histórica y ancestral. Es ir redescubriendo, en conjunto con la comunidad, las técnicas, roles y funcionalidades dentro de familia, reposicionando el lugar de los abuelos, padres e hijos, los cuales cumplían con tareas concretas asociadas a su rango etario, y que se encontraban definidas dentro de los núcleos familiares de las sociedades andinas”, destacó Rubén Concha.
Justamente, la integración de diversas generaciones ha sido un punto importante dentro de esta actividad. “La idea es poner en valor y mantener lo que estamos recuperando, y a la vez, poder traspasarlo a la juventud. Por este motivo, es que en este taller también se encuentran participando mis dos hijas. Es bueno saber que ellas podrán continuar con esta herencia cultural traspasada de generación en generación”, señaló Minette Zuleta, alumna de Toconao.
Así, estos poco más de dos meses, se han convertido en una instancia de aprendizaje ampliamente valorada por las comunidades. “La experiencia ha sido buena, porque cada día uno aprende algo nuevo. Ahora, por ejemplo, nos encontramos preparando la materia prima para el telar”, comentó Ada Cruz, quien asiste al taller de Socaire.
Por otro lado, y en cuanto a las expectativas, el profesor Concha explica que buscan que sus alumnos logren “el reencuentro con su contexto patrimonial histórico, reafirmando su territorialidad y sentido de pertenencia, además de que se empoderen y que pasen de ser espectadores a actores principales en lo respecta a la manufacturación de textiles y artesanías, creando nuevas posibilidades de negocios con un sello propio e identidad local”.
La idea, según nos explicó Pablo Pisani, gerente de Sustentabilidad de SQM, es que “desde el arte de la textilería generemos oportunidades para fortalecer emprendimientos y proyectar la cultura atacameña. Sus participantes darán vida al lenguaje textil andino, logrando el encuentro entre pasado y el presente, culturas, técnicas, colores, historia e identidad”.