LOS GUARDADORES DURANTE LA GIRA EN LAS INSTALACIONES DE LA INIA
Guardar las semillas de cultivos tradicionales como el maíz y las habas es una tradición que ha ido pasando de generación en generación dentro de las comunidades indígenas atacameñas de El Loa, una práctica que les permite resguardar material genético de variedades únicas y ancestrales, evitando así su desaparición producto de factores como el cambio climático, la contaminación, el monocultivo o la introducción de semillas comerciales.
Con el objetivo de fortalecer esta práctica y enseñarles a representantes de las comunidades la forma en cómo se realiza el resguardo y propagación de especies y cultivos en el Banco Base de Semillas del Instituto de Investigaciones Agropecuarias INIA Intihuasi y de paso crear lazos para futuras colaboraciones, es que 13 personas pertenecientes a comunidades indígenas y un profesional de la Secretaría Regional Ministerial de la Región de Antofagasta participaron en la gira técnica, "Innovación en resguardo y propagación de especies y cultivos de uso tradicional para comunidades de pueblos originarios de la zona norte de Chile", apoyada por la Fundación para la Innovación Agraria FIA y ejecutada por INIA Intihuasi.
Una gira en la cual la comitiva recorrió el Banco Base de Semillas de INIA, participando en talleres y charlas sobre preservación, resguardo, propagación y cultivo de material fitogenético, conociendo en terreno el trabajo de INIA. "La idea de esta visita es también poder traspasar el conocimiento que voy a adquirir a la comunidad, bajar el conocimiento sobre todo a los comuneros y agricultores", indicó Ximena Anza, representante de la comunidad atacameña de Caspana, quien manifestó interés en trabajar con INIA, "una de las cosas que venimos a ver es cómo podemos hacer una conexión de trabajo en conjunto, pero para una protección futura y que también le venga bien a la comunidad en su desarrollo posterior con las nuevas generaciones".
"Arca de Noé"
El Banco Base de Semillas del INIA Intihuasi, fue inaugurado en 1990 y está ubicado en el Valle de Elqui, en Vicuña. Se trata de una verdadera "Arca de Noé" de las plantas, donde están almacenadas millones de semillas pertenecientes a miles de especies tanto de flora nativa como de cultivos tradicionales en una cámara de frío a -20 °C. En sus instalaciones se realizan ensayos de germinación y propagación, manteniendo proyectos en la línea de la divulgación científica y protección y reintroducción de especies nativas amenazadas en las regiones de Antofagasta y Coquimbo.