“Dejaron el esqueleto y se robaron todos los materiales”: el incierto destino del Museo de San Pedro de Atacama

En 2009, un proyecto decidió crear un nuevo recinto para el icónico museo, pero 14 años después, nada se ha materializado. Licitaciones, enredos y demandas han postergado la construcción del nuevo Museo Arqueológico Gustavo Le Paige.

Envie este Recorte Version de impresion de este Reportaje Publicado el 24 de febrero de 2023 Visto 347 veces
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La Tercera

 “Dejaron el esqueleto y se robaron todos los materiales”: el incierto destino del Museo de San Pedro de Atacama

En 2009, un proyecto decidió crear un nuevo recinto para el icónico museo, pero 14 años después, nada se ha materializado. Licitaciones, enredos y demandas han postergado la construcción del nuevo Museo Arqueológico Gustavo Le Paige.

“Es una estructura de hierro, redonda, completamente amarrada, sus postes están enterrados un metro y medio en la tierra con cemento. Este museo no se va a caer nunca”, aseguraba en el canal de Youtube Calama TV la arqueóloga Ana María Barón, defendiendo la integridad del edificio que albergaba el Museo Arqueológico R. P. Gustavo Le Paige.

Barón, junto al arqueólogo y exdirector del Colegio de Antropólogos y Antropólogas de Chile, Ulises Cárdenas, son unos de los pocos -si es que no los únicos, sostiene la arqueóloga- que se opusierona a la decisión de trasladar todas las piezas arqueológicas y desmantelar este icónico edificio de la ciudad San Pedro de Atacama, para construir otro más grande y moderno en su lugar.

Pero luego de siete años, y pese a las promesas de levantar otro establecimiento, aún no hay un nuevo edificio. Varios medios mencionan que en el año 2014 ya se comenzaron a embalar las cajas para el traslado de piezas arqueológicas, y que en 2016 inició el desmantelamiento del lugar. Sin embargo, el director del actual museo y del proyecto de reposición, Arturo Torres, asegura que el cierre del establecimiento original solo se produjo en agosto de 2015.

Hoy en el lugar solo hay botellas vacías de cerveza, piedras, rayones y maderas desparramadas. Es lo que los rodea a los destartalados muros del museo.

El museo, la construcción de un jesuita

El padre jesuita belga Gustavo Le Paige, pionero en las investigaciones arqueológicas en Chile, llegó a San Pedro de Atacama a mediados de los años cincuenta. En 1962, con el diseño del arquitecto antofagastino Carlos Contreras Álvarez, se trazaron los primeros planos del Museo Arqueológico que hoy tiene su nombre y que llevaba años rondando la mente del jesuita. Un año después estaría lista la primera rotonda, de tres grandes estructuras que formarían los pabellones.

Para muchos es un hecho que el padre Le Paige y este museo, que contenía la colección más grande de piezas de la cultura atacameña (scerca de 400 mil piezas), fue lo que inauguró el turismo en San Pedro de Atacama. Mucho antes que el negocio con los salares, los valles, lagunas y observatorios que destacan a la localidad.

Fue el mismo jesuita, junto a la población atacameña, quien recolectó las piezas en la zona. Para algunos un ícono del patrimonio, que ayudó a la comunidad atacameña con la visibilidad y el resguardo de su cultura; jóvenes atacameños que participaron en la recolección y construcción del museo, y que fueron leales al padre Le Paige hasta el final. Para otros, un símbolo colonial que se aprovechó de las tierras de la población indígena. Hay quienes, incluso, no dudarían en llamar su tarea arqueológica una profanación.

Barón, arqueóloga e investigadora de la Universidad de Chile y exalcaldesa de San Pedro de Atacama entre 1992 y 1994, conoció personalmente a Le Paige a fines de la década de los setenta, y defiende a toda costa su labor: “Él era un sabio, un artista, un científico mil veces mejor que cualquier arqueólogo chileno. Le hizo un regalo a la comunidad atacameña para que conocieran de su pasado y de su historia”.

Barón dice ser testigo de cómo, en esa época, sus colegas lo denigraban por ser un sacerdote. “La manera en que lo humillaron y lo insultaron...decían que no era un arqueólogo. En los sesenta él ya tenía publicaciones sobre sus hallazgos, que hoy están siendo confirmados”.

Según la Ley 17.288 del Consejo de Monumentos Nacionales, las piezas arqueológicas pertenecen al Estado. Sin embargo, desde sus inicios, el museo está bajo la custodia de la Universidad Católica del Norte (UCN). Según la actual dirección, fue cedido por el mismo Le Paige con el compromiso de la perpetuidad de un museo, que debe ser devuelto a los jesuitas y, asimismo, a la Iglesia Católica.

¿Qué ocurrió?

El director del proyecto del nuevo museo, Arturo Torres, dice que en 2009, la unidad de Colecciones y Conservación del antiguo Museo realizó un diagnóstico, liderado por el mismo Torres, que determinó que el patrimonio arqueológico se encontraba en situación de riesgo debido a “condiciones de infraestructura precaria”.

El museo fue desmantelado y las piezas arqueológicas, a espera de la construcción de un nuevo edificio, fueron trasladadas al Instituto de Investigación de la Universidad Católica del Norte, a dos kilómetros del recinto original. Pero han pasado ocho años desde el cierre del museo y aún no hay uno nuevo.

Según el director, la primera intención fue mejorar el histórico edificio, pero “había una falla de la génesis” que radicaba en una construcción de barro, hierro y posteriormente maderas. Entre las razones, también estaba la falta de requerimientos para exponer ciertos elementos, como los textiles. Los materiales de la antigua construcción “cumplieron su vida útil”, indica Torres. El director asegura en que nunca estuvo de acuerdo con una demolición y que, de hecho, eso no pasó: “Solamente está desmantelado”.

Pese a ello, asegura que aún no hay fecha definitiva para la construcción del nuevo recinto.

El proyecto denominado Reposición Museo Arqueológico G. Le Paige SPA consistía en la construcción, según una declaración pública presentada el 9 de 2016 por el Colegio de Antropólogas y Antropólogos de Chile A.G, de una mole de hormigón armado y líneas rectas. Para Barón es “un horrible proyecto que no tiene nada que ver con el museo original, con la idea de la circunferencia y continuidad que el padre tenía desde sus orígenes”.

El enredo de la obra

El 28 de abril de 2014 -un año antes de que cerrara el museo- la empresa española Procoin Industrial S.A -por medio de un concurso público realizado por la dirección de obras de la Municipalidad de San Pedro de Atacama- se adjudicó la construcción del proyecto, que debía estar finalizado en 450 días corridos y por un monto de $8.595 millones, con recursos del Fondo Nacional de Desarrollo Regional (FNDR).

De forma simultánea a la construcción se efectuó un segundo llamado, esta vez a la empresa Surpatrimonia Consultores Ltda, la cual se adjudicó el traslado de la colección arqueológica hacia las instalaciones de la UCN. Estaba pensado para seis meses y, según explicó Torres, “por razones ajenas a la voluntad de la universidad y de la empresa se extendió a 18 meses”.

Entre estas razones están varios “descargos” (en palabras de Torres) y denuncias por parte de la comunidad sobre el traslado. Se generó una fiscalización de parte de distintas entidades, como el Consejo de Monumentos Nacionales, la Superintendencia de Medio Ambiente de Antofagasta y el Centro Nacional de Conservación y restauración. Sin embargo, Torres asegura que “en cada instancia encontraron que nuestros protocolos eran adecuados”. Había otras cuestiones de fondo.

Parte de la desestimación del proyecto tendría relación con procesos que “en ese momento (2009) no se llevaron a la práctica” estima Torres, haciendo referencia a la ausencia de la consulta indígena y a una mala gestión de la participación ciudadana. Según el director, que acompañó el proceso, los responsables de estas decisiones y etapas son el Gobierno Regional de Antofagasta y la Municipalidad de San Pedro de Atacama, Unidad Técnica Mandataria.

“Fue muy conveniente que este proceso se alargara, nos dio tiempo para replantear y reestructurar protocolos y metodologías. Después de todo agradecemos que se haya detenido”, señala Torres.

No fue todo. El 17 de diciembre de 2016 se ingresó una causa en el 2° Juzgado de Letras Civil de Antofagasta: una demanda por parte de Procoin en contra del municipio de San Pedro de Atacama por “una indemnización de perjuicios por un total de más de $2.089 millones o la cifra que se estime en justicia determinar, ordenando la devolución de todas las boletas de garantía entregadas”. Estas superaban los $8.867 millones. De acuerdo al detalle la demanda está archivada.

Parte de la justificación de la demanda era que el museo a construir no cabía en el terreno entregado a la empresa, pero según Torres eso era sabido por Procoin porque “todo estaba en los términos” y era un deslinde que no afectaba en la estructura del proyecto. Además, estaba el asunto de un particular, Luis Ortega. “Habían dos metros restantes que pertenecían a un privado, quien ya hizo uso de esa propiedad”, indica el director del proyecto.

“Me parece una falta de seriedad que hayan licitado un proyecto sin saber que una parte del terreno era de un propietario privado”, replica Barón.

Las piezas arqueológicas

¿Qué pasó con las piezas arqueológicas? Si bien se habla de 300 a 400 mil, Torres sostiene que es un error dar cifras exactas porque es un gran desafío que aún están ejecutando. Hay más de 12.200 cajas que residen en lo que desde las instalaciones de la UCN definen como depósito arqueológico museable inclusivo, en el que los visitantes puede presenciar algunas piezas. “No es un museo, es un área de reserva compartida visitable” corrige, un espacio pequeño de conservación en que exponen materialidades que no se exhibían en el otro museo, como textiles, gorros ni cesterías.

Barón difiere: “No dejan ver ni investigar nada”, a pesar que asegura haber hecho grandes contribuciones al antiguo Museo Arqueológico Gustavo Le Paige, como la colección de oro más grande en Chile, que en su momento estuvo en el Museo Nacional de Historia. Actualmente está colección está resguardada en el Banco de Crédito e Inversiones (BCI) de Antofagasta, por un contrato que mantienen con la UCN. La arqueóloga también menciona unos cuadros del difunto padre jesuita que tenía expuestos en el museo, pero que ahora no sabe dónde están.

Perro Torres discrepa y asegura que hoy se puede acceder a la colección.

El 8 de abril de 2022 se adjudicó nuevamente el proyecto, otra licitación ahora denominada Reposición Museo Gustavo Le Paige San Pedro de Ata, a cargo del Ministerio de Obras Públicas, también financiado por el FNDR. Se trata de la etapa de un estudio de prefactibilidad con el objetivo de identificar las condiciones óptimas para la preservación de la colección arqueológica, que considera el desarrollo de una consulta indígena. Algunas fuentes sostienen de una “fecha estimada de inauguración” en el 2025, pero Torres aclara que el MOP no le ha dado información al respecto, por lo que sería desestimado. La Tercera se contactó con el Gobierno Regional de Antofagasta, pero este no respondió a las preguntas para esclarecer la situación.

“Todos estuvieron de acuerdo ninguno, levantó la voz”, acusa Barón, sobre los arqueólogos y la comunidad atacameña de la zona. Sobre el museo, comenta: “Dejaron el esqueleto y se robaron todos los materiales, sí, porque los robaron. En menos de una semana lo desmantelaron completamente”.

“Creo sinceramente que no va a haber ninguna otra construcción”, agrega.

 



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La Tercera

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