El Salar de Tara es un humedal altoandino catalogado como de importancia mundial, hotspot de avifauna y parte de la Reserva Nacional Los Flamencos, donde la minera norteamericana Sorcia proyecta una inversión de US$ 500 millones para extraer litio.
“El anuncio va en la dirección correcta”, opinaron desde la directiva de la minera norteamericana Sorcia Minerals sobre la Estrategia Nacional del Litio anunciada por el Gobierno la pasada semana.
Sorcia Minerals era una de las empresas que estaban expectantes a los anuncios del Gobierno chileno, ya que tiene proyectada una inversión de US$ 500 millones para extraer litio en una concesión en el Salar de Tara, ubicado en la Reserva Nacional Los Flamencos en Antofagasta.
“El Salar de Tara no debe ser tocado. Es uno de los salares de mayor biodiversidad del Altiplano, un ecosistema complejo de vertiente, río, laguna y salar. Anidan las tres especies de flamenco que hay en Chile. Todo tiene un límite”, expresó en sus redes la científica Cristina Dorador.
Como ella, científicos y científicas expresaron alerta sobre la posible explotación en este salar, que también es sitio Ramsar, lo que significa que es un humedal designado como de importancia mundial.
Valor ecológico, cultural y arqueológico
El Salar de Tara se encuentra a 4.300 metros sobre el nivel del mar, en el límite de Chile con Bolivia y Argentina. Por su altura, tiene un ecosistema microbiano único, que es fundamental para la investigación y desarrollo científico.
En términos ecológicos, se trata de un salar altoandino con una rica biodiversidad, que le ha valido su reconocimiento bajo el convenio Ramsar como humedal de interés mundial, además de ser parte de la Reserva Nacional Los Flamencos.
Pero además, es un lugar clave para la configuración del territorio Lickanantay, y del pueblo toconar, con indicios de que albergó asentamientos hace unos 10 mil años.
“En el salar hay evidencia de rutas ganaderas (aún en uso hoy) y de intercambios entre la puna alta y el resto del territorio. Hoy la comunidad Toconao sigue con actividades ganaderas en el salar. Es un lugar de alta significancia para entender el alcance geográfico y cultural del pueblo Lickanantay”, resume Manuel Tironi, académico del Instituto para el Desarrollo Sustentable UC, que ha estudiado el lugar.
Conexiones desconocidas
Una de las preocupaciones surgidas ante la Estrategia Nacional del Litio es que se abran a explotación minera ecosistemas complejos y frágiles de los que todavía queda mucho por descubrir.
Una de las hipótesis de pueblos originarios que cada vez adquiere más evidencia es que “existen interconexiones hidrológicas entre los salares de la puna (como el Salar de Tara), el Salar de Atacama y el resto del sistema hidrogeológico de la cuenca. Intervenir el Salar de Tara puede tener serios efectos en el equilibrio hídrico de la cuenca completa”, comenta Tironi.