La belleza de San Pedro de Atacama habla por sí sola. Entrando por la carretera desde Calama, Región de Antofagasta, se observa cómo emerge este oasis emplazado a las faldas del volcán Licancabur. Estos y otros motivos, han transformado a este árido territorio en uno de los más prósperos del turismo en el país.
En los últimos cinco años, San Pedro de Atacama registró un importante crecimiento. No sólo en infraestructura, sino también en su población. Hoy, en la comuna residen 10 mil habitantes y de ellos, el 75% son lugareños, nacidos y criados en la dureza del desierto. El resto, personas de distintas partes del país y extranjeros que han llegado buscando oportunidades de desarrollo personal, cultural o laboral.
Consciente de este hecho, la alcaldesa de San Pedro de Atacama, Sandra Berna -reelecta seis veces- tomó la decisión de regular el crecimiento explosivo en la zona. Para eso, se han impulsado normativas como la que se aplica a la construcción de hoteles, hostales y restaurantes en el casco histórico y que obliga a respetar el estilo rústico. Se prohíbe, además, la construcción de segundos pisos.
En su decisión, Berna es enfática. “Quienes llegan deben integrarse a la idiosincrasia de San Pedro”.
El cremimiento poblacional e inmobiliario obligó además a sumar un nuevo cuerpo de bomberos y cambiar una antigua subcomisaría por una Comisaría de Carabineros con mayor dotación policial y con una jurisdicción que abarca todo San Pedro de Atacama.
Restricción horaria
En medio del auge que vive la zona, una determinación municipal generó duros cuestionamientos: la restricción horaria para el funcionamiento de restaurantes con patente de venta de alcoholes. La hora límite se fijó a la 1.00.
“Eso provocó la realización y proliferación de fiestas clandestinas, obvio, no había dónde carretear”, comenta Cristian González, trabajador de un local de artesanías y lanas.
Precisamente son estas fiestas clandestinas, las que están en el ojo del huracán. No sólo por infringir las normas municipales, sino también por generar un conflicto en la comunidad por el excesivo consumo de alcohol y drogas que se ha detectado. “Esas fiestas son para beber, tener sexo y drogarse a destajo”, asegura Hugo Iriarte, jefe de gabinete del municipio.
Según comentan turistas, las fiestas se realizan en sectores retirados a San Pedro, “a veces son kilómetros, por eso hay movilización, pero se cobra”, dice uno de los asitentes a estos eventos y que pidió reserva de su identidad. Sobre el consumo de drogas, afirma, “es algo que se da en todos lados, acá las gringas son secas para el mote (cocaína)”.
Esta es una situación conocida por muchos, pero que pocos comentan abiertamente. “Debe ser porque todos ganan, el que arrienda el lugar, el que traslada, el que trafica y el que organiza esas fiestas”, explica Lucila Moya, lugareña de la comuna. La mujer agrega que “de eso no se habla, no sé a qué le teme la gente”.
Los excesos y las formas clandestinas de diversión que se desarrollan en la comuna, pasaron del anonimato a ser el centro del debate durante las últimas semanas, tras la desaparición de Kurt Martinson, guía turístico y hermano del fiscal de Las Condes, en Santiago, Paul Martinson.
Su extravío, aseguran vecinos, tendría una relación directa con estas fiestas. Lugareños del pueblo aseguran que el joven en ocasiones organizó algunas de las controvertidas fiestas.
Delincuencia
Previo a la desaparición de Martinson, hace casi un mes, San Pedro de Atacama fue víctima de una seguidilla de robos y asaltos que sobresaltaron al pueblo. De manera poco común, dos tiendas del centro fueron robadas, con botines que superaron el millón de pesos.
“Si se hubiese actuado antes, esto no habría pasado. Hubo poca preocupación de la autoridad”, critica Manuel Estrada, dueño de una agencia de turismo. Estrada alude a una falta preocupación desde los niveles centrales del gobierno. “Una población tan pequeña nunca va ser intervenida por el gobierno central”, lamenta.
La autoridad local, en tanto, tiene sus propia visión de los hechos. “Nos duele que a raíz del caso de Kurt, se diga que éste es un pueblo sin ley”, dice la alcaldesa Berna, quien explica que, “San Pedro no está exento de la droga, pero es un pueblo tranquilo”.
Según la jefa comunal, por estar situados cerca de pasos fronterizos “estamos en una zona de conflicto, necesitamos mayor dotación policial porque la demanda que tenemos está por sobre los recursos”, concluye.
Actualmente en San Pedro, debido a la contingencia del caso Martinson, la comunidad convive en un ambiente tenso. Carabineros realiza rondas constantes por las noches, las botillerías cierran a las 23:45 y el número de turistas “estimo que bajó en 15%”, en comparación con igual período del año pasado, dice Fabían Marín, captador de turismo.
Menos europeos han llegado, pero se sumaron en el último tiempo, asiáticos, brasileños y norteamericanos. “En todo caso, las razones no son porque haya peligro acá, la crisis europea y la desaceleración económica también han impactado”, dice Iriarte.
Para enfrentar el problema de los eventos clandestinos, la alcaldesa Berna pidió a Bienes Nacionales, gestionar la entrega de un terreno fuera de la comuna para instalar discotecas y pubs.
“La idea es que sea un lugar destinado a cubrir un espacio de entretenimiento nocturno, que hoy está al debe en San Pedro”, explica el jefe de gabinete del municipio.
La medida apunta a dejar atrás los sucesos negativos y que San Pedro recupere su estatus de zona mística, turística y amante de la tranquilidad.