Hace 50 años, aún eran divisables en el Altiplano Chileno las caravanas de llamas cargadas de charqui, quinoa y hojas de coca. Lo mismo que venían haciendo desde hace miles de años los antecesores de los aymaras y atacameños, en una práctica que hoy está casi extinguida, pero sin la cual es imposible comprender la realidad del norte chileno.
“En ruta. Arqueología, historia y etnografía del tráfico Sur Andino” es una recopilación de textos que dan cuenta de la dura vida en estas caravanas que, previo a la existencia de Chile y Bolivia como Estados, era la única posibilidad de intercambio entre estos territorios.
Lautaro Núñez, Premio Nacional de Historia y director del Museo de San Pedro de Atacama, revela a Nación.cl detalles de esta obra.
“El uso de caravanas permitió que distintos pueblos, aislados en diferentes lugares del desierto, pudieran tener acceso a técnicas, ideas, información, productos alimenticios, objetos de estatus y tantos otros bienes que les permitían formar parte de una red de interacción, a través de un ir y venir de las caravanas que, a su vez, se habían especializado en cruzar extensos espacios desérticos, sin recursos, mediante sistemas viales bien definidos”, cuenta el investigador.
-¿Qué territorios abarcaban estos intercambios?
-La presencia de objetos de la costa en el interior e, incluso, de la selva en todo el perfil geográfico demuestra que los pueblos prehistóricos habían logrado un proceso de integración cultural y económica a través del traslado de productos desde larga distancia, constituyendo una de las causas fundamentales de sus complejos desarrollos antes de la invasión europea.
-¿Existen zonas o pueblos en Chile en los que permanece viva esta cultura de caravanas?
-Actualmente, hay arrieros con mulares que cargan productos entre distintos asentamientos que requieren de prácticas de intercambio, tanto por los aymaras como los atacameños. Sin embargo, en nuestro país, sólo en notables excepciones etnográficas, es posible observar llamas cargadas, siguiendo las costumbres antiguas”.
-¿Hubiese sido posible este intercambio sin las llamas?
-Este modelo de desarrollo cultural y económico a través del traslado de recursos complementarios que beneficiaban a cada asentamiento inserto en la red, tiene su explicación a partir de la domesticación de la llama que, junto a su uso como alimento cárneo y materia prima textil, fue utilizada como animal de transporte, por lo menos en los últimos 3.000 años de la prehistoria del norte de Chile. No sabemos exactamente hasta que parte central del país la llama carguera tuvo un rol eficiente. Es posible que se haya aplicado entre los valles transversales del Norte Chico en relación a las interacciones con las tierras altas y la costa. Una foto con una llama carguera cerca de la frontera argentina, al Este de Santiago, publicada a comienzos del siglo XX, nos da una posible señal de que en los Andes del centro argentino-chileno estas prácticas sociales perduraron, aunque sin constituir desplazamientos intensivos, sino más bien ocasionales. Hacia el sur del país no existen testimonios científicos ni etnográficos como para probar su carácter de práctica intensiva. En estos casos prevaleció la carga de excedentes transportada por los propios humanos.
-En el libro se mencionan investigaciones hechas en Argelia, en el Sahara, sobre rutas, caravanas y uso de camélidos ¿Qué hay en común entre las caravanas del Sahara y de Atacama?
-Entre las caravanas del desierto de Sahara y estas de Atacama existen notables paralelos. Ambas estuvieron a cargo del traslado de cargas para las operaciones de intercambio y comercio a través de rutas tradicionales transdesérticas durante tiempos prehistóricos. Tanto los camellos como las llamas pertenecen a la familia de los camélidos, compartiendo una serie de características fisiológicas que les permiten encarar estos traslados con escasos recursos. Además, ambas comparten, y esto es muy importante, una misma ritualidad, puesto que necesitan detenerse para el descanso nocturno, utilizando abrigos bajo roca o campamentos muy simples, donde los caravaneros ejecutaron sus ritos para agradecer a sus divinidades el buen término de sus travesías epopéyicas, elaborando diversos diseños pertenecientes al arte rupestre a través de pinturas y grabados. Sin embargo, sólo en el desierto de Atacama, en el actual Norte Grande del país, estos caravaneros elaboraron grandes geoglifos vinculados con estos ritos que constituyen el patrimonio prehistórico más monumental de la arqueología chilena, ausente en el ámbito del Sahara.
-En relación con lo anterior recordé el tema de las rutas, las caravanas, los camélidos y hay una vínculo evidente con Oriente. Pienso en la historia de Ismael (hijo de Abraham), su exilio al desierto y el nacimiento del pueblo árabe en medio de rutas comerciales.
-No cabe duda que los desplazamientos del pueblo árabe a través del desierto, como ocurrió con el hijo de Abraham, se asocian a estos largos desplazamientos por esas rutas comerciales y que no estuvieron exentos de cierto dramatismo, como su propio exilio. Desde la arqueología podemos reconocer en nuestro desierto sus rutas, sus cobijos, y no es difícil imaginar que cuando están pintando o grabando las rocas, o marcando los grandes geoglifos, allí la cosmovisión y los pensamientos dedicados a la relación ofrenda, sacrificio y beneficio estaban presentes a través de dramáticas rogativas frente al medio de la soledad, en donde solamente estaban amparados por su experticia y su ritualidad, reiterada a través de rutas que ya les eran tradicionales. El registro de caravaneros prehistóricos fallecidos y enterrados con cierta ritualidad junto a sus caminos, prueba que al igual que en el Sahara estos desplazamientos no estaban exentos de desafíos críticos y existenciales que involucraban el apoyo de las deidades vinculantes.
-¿Existen culturas más marcadas por este tráfico que otras?
-El manejo de las caravanas cargueras logró promover el desarrollo de grandes espacios con ocupaciones discontinuas observadas como verdaderas islas entre el sur del Perú, centro sur de Bolivia, noroeste argentino y norte chileno, en cuyas tierras altas el rol de la ganadería de camélidos fue muy importante durante los tiempos prehispánicos e, incluso, durante la colonia española, en cuanto los recursos de las ricas minas de plata de Potosí fueron trasladados con miles de recuas de llamas cargueras. Sin duda alguna que hubo regiones que, al carecer de este ganado, no lograron organizar las caravanas, debiendo trasladar sus excedentes con cargadores humanos. Pero no por eso quedaron exentos de recepcionar todos los productos y los agentes de cambio que implicaron los traslados caravánicos.