Un equipo liderado por arqueólogos, historiadores y documentalistas del Museo Chileno de Arte Precolombino, junto con astrónomos de ALMA y una investigadora atacameña, constató la existencia de columnas vinculadas al calendario solar de los incas, en la Región de Antofagasta.
En el desierto de Atacama, junto al Camino del Inca o Qhapaq Ñan, en el área conocida como el "Gran Despoblado" -de condiciones climáticas y geográficas bastante extremas- se encuentran las saywas: columnas de piedra que en hileras dibujan una línea transversal, y que en días de solsticios o equinoccios estarían alineadas con el punto de salida del sol.
Hace un año, específicamente en la madrugada del 21 de marzo de 2017, un grupo de expertos liderados por Cecilia Sanhueza, ex directora del Museo Arqueológico de la U. Católica del Norte en San Pedro de Atacama y actualmente investigadora asociada del Museo Chileno de Arte Precolombino, constató en terreno en la localidad de Vaquillas, a 4.200 metros de altura en la cordillera interior de la ciudad de Taltal, la exacta alineación de dos columnas centrales con el punto de salida del sol en el equinoccio de otoño.
Posteriormente, al amanecer del 21 de junio en el sector de Ramaditas, junto a la quebrada del río Loa, el mismo equipo presenció la salida del sol en el solsticio de invierno, también perfectamente alineado a dos columnas de 1,20 metros de altura. Ambas experiencias permitieron corroborar la hipótesis de que estas estructuras fueron marcadores astronómicos, vinculados a fechas relevantes del calendario inca.
"Comprobar en terreno nuestra tesis fue impresionante. Ver que estas columnas se alineaban con el sol fue un paso tremendamente importante", señala a "Artes y Letras" José Berenguer, curador jefe del Museo Chileno de Arte Precolombino, quien participó en este hallazgo junto a Sanhueza. Añade que -hace aproximadamente 15 años- inició con esta historiadora un trabajo de investigación sobre el Camino del Inca.
"En ese proceso vimos por primera vez algunas de estas columnas y las llamamos 'hitos' para no comprometernos con ninguna otra funcionalidad. Las analizamos y hallamos que por lo menos ocho estaban alineadas. Registramos este descubrimiento, sin entender mucho lo que estábamos viendo", rememora.
Por su parte, Cecilia Sanhueza continuó profundizando sobre el Qhapaq Ñan, a través de una tesis doctoral en la Universidad Católica del Perú y tiempo después se acercó a Carlos Aldunate, director del Museo Chileno de Arte Precolombino, y le planteó una posible colaboración.
"Le dije por qué no presentamos un proyecto de investigación y buscamos algún financiamiento. Así se consiguió el apoyo de BHP/Minera Escondida, y se generó un equipo multidisciplinario, con el patrocinio de Conaf. Yo de astronomía no sé mucho, pero cuando me encontré con las saywas me surgió la idea de que podía estar al frente de dispositivos astronómicos".
A través del programa Google Earth y el apoyo clave de dos astrónomos del observatorio ALMA: el español Sergio Martin y el chileno Juan Cortés, continuó su investigación. Este último revela que la primera vez que se juntó con la historiadora fue hace más de un año en el aeropuerto de Calama."Yo venía saliendo de un turno. Cecilia me mostró parte de su investigación y su hipótesis; y ahí partió todo".
El profesional agrega que con Sergio Martin analizaron la orientación de las saywas con respecto al norte, "con respecto a lo que se conoce como acimut, y lo primero que nos impresionó es que algunas columnas estaban perfectamente orientadas, por la línea este-oeste, con el equinoccio. Otras estaban orientadas con la salida exacta del solsticio. Fue sorprendente sobre todo para nosotros, que somos astrónomos que trabajamos con computadores, con antenas, con ondas de radio. Trabajamos con instrumentos de alta precisión, pero hace más de 500 años los incas fueron capaces de establecer calendarios solares de manera perfecta, sin nuestra tecnología".
Nuevas interrogantes
Cecilia Sanhueza señala que Guamán Poma de Ayala (1535-1615) definió al Qhapaq Ñan como un camino cuyas distancias estaban medidas y señalizadas. "En su ilustración sobre los caminos reales destaca la presencia de columnas de piedras asociadas a las rutas. De acuerdo a los vocabularios coloniales, estas columnas se conocían principalmente con el nombre de saywas, y estaban asociadas tanto a la medición de espacios o superficies como a las distancias de camino". La historiadora añade que el aporte de ALMA fue clave para despejar que estas columnas no podían restringirse a una función meramente de medición.
"Su comportamiento me llevó a establecer una conexión con el cielo y el movimiento de los astros. Las saywas no aparecen en cualquier lugar. Tienen un valor asociado y confirman que al interior de las culturas prehispánicas americanas los incas desarrollaron conceptos astronómicos, fundamentalmente por razones de sobrevivencia, para poder establecer los calendarios productivos, los calendarios rituales, el tiempo de la cosecha y de la siembra. Observaron el cielo de manera permanente. El sol y la vía láctea cumplieron un papel clave".
José Berenguer complementa que la gran mayoría de las saywas , si las hubo en otras partes, probablemente fueron destruidas por los propios conquistadores que vieron con temor este culto al sol. "Las únicas columnas que se han registrado están en nuestro país. En el pasado mucha gente las vio, entre otros seguramente Pedro de Valdivia en 1540 y Diego de Almagro, en 1536.
También los arqueólogos que estudiaron el camino en la década de 1980. Más recientemente programas como 'Al Sur del Mundo' dieron cuenta de ellas, pero faltaba una investigación como la de Cecilia Sanhueza que las vinculara con la astronomía. Muchas veces se ha confundido a las saywas con las apachetas: rumas de piedras que los viajeros van depositando y construyendo a lo largo de los cerros. El proceso constructivo de una saywa es más complejo, significa cortar las piedras y asentarlas unas con otras hasta dar forma a una columna", sostiene el arqueólogo.
La historiadora advierte que la investigación también arrojó otras sorpresas. "Nos encontramos con un grupo de columnasque no estaban alineadas con el solsticio o el equinoccio, sino con otras fechas clave de los incas, y en ese sentido fue importante el aporte de la investigadora atacameña Jimena Cruz".
Esta última explica que realizó un levantamiento de información desde la memoria oral y profundizó en la significación del 1 de agosto. "Desde niña escuché historias con respecto a esta fecha. Durante casi un mes no había que tocar a la Pachamama porque, según las creencias de nuestros antepasados, está menstruando. Un grupo de columnas estaban alineadas con esa fecha que para nosotros es muy importante, es como el inicio del año. También realicé entrevistas a pastores, hice un levantamiento de los caminos y en estos hay alegrías, hay tristeza, hay pena, hay hambre, hay miedos, hay peligros que suceden y fue enriquecedor ponerlos en contexto".
Carlos Aldunate, director del Museo Chileno de Arte Precolombino, remata que estamos ante un hallazgo muy valioso. "Pero siempre la realidad tiene dos caras. Tenemos miedo que, tras revelarlo, llegue un turismo masivo y destruya estas construcciones. Lamentablemente, la mayoría de ellas no cuenta con mayor protección".
La historiadora Alejandra Garcés, directora de Comunidades & Asuntos Indígenas de BHP/Minera Escondida, puntualiza que "con esta investigación nuestro país se ubica en la órbita mundial del estudio de los conocimientos astronómicos que tuvieron las civilizaciones y los pueblos antiguos".