Las intensas lluvias del invierno altiplánico de este año dejaron estragos en la zona norte del país. Y uno de los afectados es el Pucará de Quitor, construcción característica de la cultura atacameña que data del siglo XII ubicada a dos kilómetros al norte de San Pedro de Atacama. Se trata de una fortaleza edificada en una pendiente que alcanza una altura de 80 metros, compuesta de murallas organizadas en forma de terrazas circulares o cuadradas, desde las que se alcanza una vista panorámica el valle.
Para proteger este Monumento Arqueológico, antes de las próximas lluvias, la secretaría técnica del Consejo de Monumentos Nacionales (CMN) decidió dar curso a obras de emergencia, que alcanzan una inversión de $120 millones, “con el objetivo de minimizar el efecto del medio ambiente sobre los restos y garantizar su permanencia para futuras generaciones e investigadores, así como darle condiciones de seguridad al público en general”, según explica el secretario técnico del CMN, Erwin Brevis. Agrega que, además, se pretende detener el daño en las estructuras y el suelo, y prepararlos para las próximas lluvias. Los trabajos deben estar listos en enero.
La presidenta de la comunidad de Quitor, Marcelina Cruz, expresó su satisfacción por los trabajos encomendados a la empresa Ámbito Consultores, encabezada por Alvaro Flores, y que buscan resguardar la forma de vida de sus ancestros. “Allí están nuestros abuelos enterrados y por eso agradecemos que la empresa haya respetado nuestras tradiciones y costumbres ancestrales. Antes de empezar, hicieron lo que llamamos el convido a los abuelos, donde se les lleva la comida y bebida que solían consumir en vida, como harina de maíz y trigo y licor de algarrobo. Y antes del amanecer, en el pucará, se hizo el convido a la tierra, una ceremonia en que se le pide permiso para trabajar y que no los vaya a castigar, porque lo que se está haciendo es un bien”, explicó.
El diagnóstico del estado del monumento no es bueno: presenta cárcavas (zanjas causadas por las avenidas de agua) que han dejado restos arqueológicos expuestos, muros erosionados e inestables estructuralmente, lo que lo hace inaccesible para el público. Esta condición implica un constante y progresivo deterioro que, de no tomar medidas a tiempo, derivará en un daño mayor y un eventual colapso de más estructuras.
Las obras de emergencia –que deben asegurar una durabilidad de al menos dos años- estarán focalizadas en el tratamiento de cárcavas, que presentan distintas dimensiones y profundidad, y respecto de las cuales, en algunos casos, deberán ser rellenadas para volver al nivel original del suelo, utilizando una técnica que disminuya la velocidad del escurrimiento de agua, o bien se utilizará el vacío generado para proponer un sistema de canalización de las aguas de lluvia.
En cuanto a los muros, se realizarán inyecciones de mortero de las mismas características mecánicas del original, para recuperar su estabilidad estructural, y se propondrán medidas para canalizar el agua y evitar escurrimientos de agua con sedimentos que dañen los componentes del sitio. Se considerará además la reubicación o reintegración de un circuito turístico mediante la instalación de los elementos necesarios para la protección del sitio y de los visitantes, en coordinación con las acciones de resguardo de la Comunidad Atacameña de Quitor.