Tómese una funcionaria pública desaprensiva, que trabaje dentro de un municipio igual de desaprensivo. Digamos Roxana Aranda Carú, secretaria municipal desde el tiempo de Sandra Berna.
Esta funcionaria debe estar dispuesta a pasar a llevar la ley, tanto en la letra como en su espíritu. Es más fácil si esa funcionaria sabe que no hay realmente ningún mecanismo de control y además el alcalde no se atreve a fiscalizar a sus subalternos. O al menos a ella.
Reúna un puñado de socios de la organización. Si no tiene el libro de socios no importa, porque la funcionaria municipal ni siquiera le va a preguntar por eso. No se preocupe de hacer una convocatoria general ni se preocupe de quórum y cosas por el estilo. Con que lleguen sus amigos es suficiente. O traiga algunos engañados. Diga que la reunión es “autoconvocada”. Eso da para todo.
¿Qué las reuniones no están permitidas en estado de emergencia? No hay problema. Nadie está fiscalizando.
Escriba en unas hojas, a mano, un acta. No se apure en llevarlas a un notario y convertirlas en documento oficial reduciendo esos papeles a escritura pública. No sea que el notario note que usted esta trasgrediendo los estatutos de esa organización y que con 17 firmas ni siquiera tiene un quórum del 5% de la organización. Además, si las convierte a escritura pública podría estar dejando pruebas legales de la maniobra.
Cuando tenga los papeles listos y las firmas, lleve eso a la funcionaria y que ella le ponga los timbres municipales para darle a los papeles un aire de legalidad. En las actas escriba lo que quiera, mientras quede claro cuales son los cargos que se decidieron.
Luego deje que la funcionaria haga el papeleo, que rellene formularios y envíe la información fraudulenta al Registro Civil.
Así podrá pedir un certificado de vigencia, verdadero. Aunque los datos sean falsos. Usted sabe que el registro civil no cuestiona los papeles, porque la funcionaria es la ministra de fe. Y si los papeles que envía son incoherentes y no respetan los estatutos de la organización, ¿A quien le importa? Mientras estén los timbres…
Usted habrá realizado una “elección” de una organización que tiene 220 socios registrados, más unos 1000 posibles, con las firmas de solo 17. ¿Incautos, maliciosos? Nunca vamos a saber eso.
Usted se queda segura de que nadie va a cuestionar ese papel, en un país tan legalista como este, amante de los timbres y de los papeles. No importa si ese papel tiene muchas inconsistencias internas. Mientras lo acepten en el banco y pueda apoderarse de la cuenta de la organización, no hay problema. O cree su propia cuenta.
Usted sabe que los otros 200 socios no se enterarán. Y aunque se enteren, no les va a importar mucho. Sabe que más de alguno dirá en las redes, “corten la teleserie” y volverá a sus posteos de tiktok y a criticar al alcalde.
¿Y el Estado? Esos solo van a aparecer si se produce un desastre sanitario. Entre la incompetencia y la corrupción, no les va a interesar meterse en este lío. Si están los timbres, todo está bien.
Adicionalmente, contrate a algún experto en comunicaciones que se encargue de tirar una cortina de humo tras otra, cosa que al final nadie sepa que está pasando. Así, a los pocos que les pueda importar, van a encontrar un pretexto para mirar para otro lado. Mejor si ese experto se abanderiza al extremo de agredir a sus oponentes.
Incluso produzca un video para distribuir por redes sociales, donde usted sentada en una especie de trono de segunda mano pueda contar su versión. Para eso tiene un periodista titulado y eficiente para armar su buena campaña de comunicación. Para eso le paga, con la plata de la organización.
A esta altura, el único riesgo es que otro personaje decida sacarla a usted, haciendo otra reunión con 18 firmas, con el apoyo de la misma funcionaria desaprensiva, repitiendo el proceso. Capaz que a alguien se le ocurra.
¿Y si en algún caso, muy improbable, les cae la ley encima? No hay problema. Todos actuaron “de buena fe”, nadie quiso cometer un delito, y “solo nos preocupaba que el agua estuviera en buenas manos”. Mejor si tiene a una “guru” del agua de su lado.
Probar la deshonestidad en un tribunal puede tomar años.
Y todos felices.
Y la funcionaria sonreirá, pensando que sobrevivió a este alcalde y puede esperar que el próximo (o la próxima) la mantenga como secretaria municipal, en recompensa a sus servicios.
Y alguien más sonríe, por ahí, en las sombras, porque sabe que su plan resultó y nadie le va a pedir cuentas en el futuro.
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Puede descargar la documentación que envió el Registro Civil ante una petición de transparencia. Esta misma documentación se le pidió al municipio, pero nunca recibimos una respuesta. Esta documentación incluye las “actas” y las firmas. Además de los formularios enviadas por la funcionaria. Sabemos que hay un recurso legal en proceso, pero revíselos y juzgue usted. (.pdf de 6Mb >>)
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Los 17 de la fama.
Este es la lista de personas que firmaron el acta para permitir que doña Nancy Bermúdez, María Viedma y Ester Colque se apoderaran del Capra.
María Viedma
Oriana Mamani
Ángela Rodríguez
Nancy Bermúdez
Teresa Flores
Alicia Segovia
Nelly Bravo
Sonia Ramos Ch.
Oscar Huaca
Jeila González
Alejandro Varas
Marta Cervantes
Ana Huaca
Marcela Ramos
Lucia Coca
Juan García
Eugenia Rosa Martínez
Algunos podrán alegar inocencia, pero aquí los dejamos, para que la historia los recuerde.