SQM: Menos vecinos, más amigos. (III)

Envie este Reportaje Version de impresion de este Reportaje Publicado el 27 de Noviembre de 2022 Visto 714 veces
Sigue la publicidad
Gonzalo Guerrero
Ponce Lerou, el orgulloso propietario

Primera parte >>

Segunda parte >>

“Hay varias aristas de ese tema. Una son las comunidades indígenas, con las que yo trabajo muy de cerca, y les voy a contar lo que me decía hace dos meses el presidente del Consejo de Pueblos Atacameños. Para él, SQM dejó de ser su enemigo y ahora su enemigo es el Estado, porque como la Empresa Nacional del Litio va a explotar más el salar, ellos son su nuevo enemigo. Ellos no quieren que se explote, tienen una visión de la vida y de la naturaleza que es super respetable, creen que son propietarios del salar”.
(Cursivas nuestras)

Esto es parte de los dichos del Presidente del Directorio de SQM, Gonzalo Guerrero Yamamoto, en octubre, en el ciclo de “Conversaciones sobre Negocios” que organiza la Universidad Adolfo Ibáñez.

Las definiciones del nuevo presidente de SQM

Le preguntamos al presidente de la Asociación Indígena Consejo de Pueblos Atacameños, Manuel Salvatierra, por estos dichos. Los negó. Aunque confirmó haber conversado con la empresa, y con Guerrero en particular, en más de una ocasión, nos aseguró que nunca dijo eso. También negó haberse referido nunca al Estado como enemigo. Su queja, que aseveró haber hecho públicamente más de una vez, es que el Estado no cumple su rol de fiscalización y ordenamiento, permitiendo con su ausencia que se multipliquen las irregularidades.

El dicho de que las comunidades indígenas se crean propietarios del Salar es aun más problemático, considerando que desde la cosmovisión atacameña, su conexión con la tierra no tiene nada que ver con el concepto neoliberal de propiedad. Y si algún atacameño mal informado (y extraviado de su propia cultura) lo pensara, es difícil creer que lo dijera tan abiertamente.

No es tan importante establecer si los dichos de Guerrero son verdaderos o si obedecen más bien a un esperanza, pero reflejan una de las posiciones internas de la empresa frente a su situación futura: la idea de que la AiCPA y las comunidades indígenas que han recibido tantos recursos, van a tomar partido a favor de ellos en el eventual caso de que la renovación de su contrato pase por algún mecanismo de consulta indígena o que al Estado le interese considerar la opinión del mundo atacameño.

La situación es compleja, porque aunque algo ha mejorado el posicionamiento de la empresa en el territorio, a fuerza de inyectar recursos, son pocos los indígenas que los defenderían abiertamente. Si es que hay alguno.

Pero no es tan descabellado apostar a un aumento en la oposición de los indígenas a una empresa estatal. Las experiencias con el Estado de Chile siempre han sido nefastas en este territorio. Solo basta mirar el abandono casi total en que está Atacama la Grande. Además, tenemos la experiencia del Alto Loa.  En términos ambientales, nadie peor que Codelco.

Además las comunidades podrían perder una notoria fuente de ingresos. El Estado no va a tener la obligación de poner ni un peso en esas organizaciones, ya que esos aportes son condicionados en el acuerdo de SQM con CORFO. Un Estado que además no va a lidiar con una constitución que reconozca ampliamente a los pueblos originarios.

En el mismo evento, Gonzalo Guerrero también expresó “… Confieso que podríamos ver alguna forma de incorporación de los pueblos originarios a la propiedad de la filial, pero no ha fructificado”.

¿Se estará cocinando algo con las comunidades indígenas? Algunos dirigentes, desde hace una década,  han estado discurriendo sobre la posibilidad de establecer una participación como socios de las empresas del Salar. Claro que eso ya es ciencia ficción de la buena.

Mucho más, pero por poco tiempo.

El actual ciclo de dineral inesperado no va a durar. Aunque no falten los soñadores ingenuos, y los analistas expertos (súper expertos que no previeron este boom), la única certeza es que muy pronto vana a surgir alternativas más eficientes, más económicas o que beneficien más a algún otro mejor situado en la cadena alimenticia.

La riqueza instantánea no es algo que sea tan fácil de asimilar. Diferenciar a los amigos verdaderos de los oportunistas es una de las cosas peliagudas, pero no la más difícil. También es complicado crecer en una explosión y luego volver a los niveles anteriores, o más bajos.

Pero ahora el tema es la plata fácil. Esto lo veremos el próximo año, en las organizaciones llamadas comunidades indígenas, que van a recibir alrededor de diez veces más que este año. En el caso del convenio Albemarle, cada comunidad recibió alrededor de 400 millones de pesos. Multiplique eso por 10. Porque hasta donde sabemos no hay un limite en las cantidades asignadas por ese convenio.

En el caso de SQM, si conservadoramente ponemos el aporte de este año en 10 millones de dólares, serían 100 millones para el próximo.

Como vimos con el cuadro de reparto de CORFO, en el artículo anterior, en el caso del convenio CORFO-SQM, si usted fuera socio de la organización llamada Comunidad Indígena de Solor, le tocarían $31.756.143 en el reparto de platas por cabeza.
Ya que la OLCI recibiría $ 1.524.079.660.
Esto sobre un pozo total acumulado de $42.310.721.760 entre 2018 y 2021.

Si calculamos según las previsiones para este año, el próximo la OLCI de Solor debiera recibir alrededor de $3.000.000.000, $62.500.000 por socio *

*dólar al 22 de noviembre.

A Toconao no le va tan bien en el per capita, ya que ellos reciben más por la cercanía al salar y por la cantidad de socios, pero si se dividen los $ 6.082.257.600 entre sus 697 socios, nos da “solo” $8.726.350 por cabeza. El próximo año, diez veces eso.

Si se fuera realmente a repartir por socio, lo mejor sería pertenecer a la  OLCI de Yaye, que este año salió a $54.746.071 por cabeza.

Claro, las platas no se reparten así, aunque en el cuadro de CORFO si aparece el dinero expresado per capita, además del total por OLCI. Según el convenio CORFO-SQM, debe haber una intermediación de un tercero. Cosa que en la repartija de las platas acumuladas desde el 2018 (45 millones de dólares) no se cumplió tan estrictamente.

Pero quien sabe el 2023. Si el cálculo más conservador se mantiene, debiéramos tener un aporte de SQM de $94.662.000.000 (100 millones de dólares) para las OLCI.

Esas danzas de millones explicarían muchas cosas, como luchas internas dentro de las OLCI para retener o tomar la presidencia, amenazas de violencia entre comuneros y muy malas rendiciones entre una directiva saliente y otra entrante. Además de una futura crisis en la AiCPA, ya que no va a tener muchos recursos en comparación. A menos que las OLCI paguen sus cuotas.

Este sistema de reparto que pone un mayor énfasis en la cantidad de socios que en la distancia desde el salar, fue el que motivo a Camar a presentar el recurso contra CORFO, para que se cambie este sistema.

Con semejantes ingresos, esperamos bastante movimiento en esta discusión sobre la forma correcta de repartirlos entre las OLCI.

¿Un legado?

El 2030 o después, como todas las empresas, SQM se va a marchar. Cuando llegue el momento, se detendrán los camiones, se liquidaran los últimos sueldos, se cargaran… NO. No, un momento, no está claro como se hace eso. No hay protocolos, porque dentro de los costos de llevar a delante una faena minera, no se incluyen necesariamente la inversión necesaria para mitigar y menos revertir los daños ecológicos o ambientales. Supondremos que habrá negociaciones y acuerdos, para cerrar bien. O quizás dejar todo armado para que venga el nuevo inquilino.
Claro que esa es otra historia.

Por lo que hemos visto hasta ahora, no sabemos tampoco si a la empresa le va a interesar dejar un legado, una marca positiva, algo que registre que fue bueno para el territorio que estuvieron acá durante una fracción de la historia de la Lickana, algo que permita a los ancianos contar con nostalgia los tiempos de la minera…

La mayor parte del dinero, como el que están colocando a través de CORFO, en las organizaciones llamadas comunidades indígenas, no está bajo su control. Y en cuanto a las inyecciones directas de fondos, hasta ahora no se han mostrado absolutamente consistentes.

Excepto en que su principal objetivo son las OLCI que están alrededor del Salar de Atacama.

SQM es una empresa chilena. Es decir, su matriz principal es rentista. Hablamos de gente educada por generaciones para sacar lo más posible de su circunstancia y de las materias primas que puedan vender, con escaso interés en el destino futuro de los territorios en que se emplazan sus proyectos. Históricamente esa tarea se le ha dejado al Estado. Es decir, a nadie.

Basta recorrer someramente las carreteras de la región de Antofagasta para ver la cantidad de ruinas y desechos de faenas mineras abandonadas a su suerte. ¿Será el salar de Atacama la excepción a esto?

Finalmente

El término de contrato de SQM es una situación que ahora está saliendo a la palestra. Cruzada con un sorpresivo boom que tiene a la empresa recibiendo diez veces más de lo que recibió el año pasado.

Por su parte el gobierno sopesa crear una Empresa Nacional del Litio, a algo así, aunque esa idea todavía es muy vaga y resistida, obviamente, por las elites empresarias.

Toda esa discusión ahora está distorsionada por la enorme cantidad de ingresos extras que se están generando, aunque se prevé que para cuando realmente se llegue a armar una iniciativa estatal los precios van a estar debajo de nuevo.

No seria raro que cuando la rentabilidad del litio este a la baja, muchos de los que ahora alegan en contra estén a favor: eso facilitaría que todos nosotros con nuestros impuestos pagáramos los platos rotos. Porque habrá muchos platos rotos.

Si se genera una empresa estatal del litio, y esa empresa necesita apoyo de alguna empresa con amplio conocimiento técnico del Salar, ya tiene una disponible: Albemarle. Sin las complejidades políticas y sociales de SQM, con buena prensa y con un relacionamiento menos conflictivo con las comunidades indígenas.

Hoy, que hay una probabilidad de que dejen de ser nuestros buenos vecinos, es cuando SQM se está mostrando más servicial y amistosa que nunca. ¿Se podría realmente aprovechar esa amistad?

Esperemos que aquellos que reciban estos aportes realmente comiencen a hacer algo bueno con ellos, porque ya sea el 2030, o el 2043 o el 2050, o cuando sea, esta bonanza de platas se va terminar. No va a ser eterna.

Y si usted es indígena y dirigente, de esos que hablan de que llevamos 14.000 años de historia, empiece a darse cuenta que este ciclo de la minería va a cumplir 200 años el 2070. Doscientos años dentro de la vastedad de nuestra historia es NADA.

Para entender eso, hay que realmente creer que esa historia indígena es válida y es nuestra. Si no, las decisiones que se van a tomar desde esas dirigencias “indígenas” continuarán siendo  reacciones oportunistas y de corto plazo.

Ya lo dice el dicho lickanantay: Tenemos el SQM que nos merecemos.

Más noticias sobre SQM